Un estudio reciente plantea la sospecha de que las empresas no informan adecuadamente sobre sus actividades en favor del medio ambiente: parece lógico pensar que, si lo hicieran, muchas de estas actividades reportarían más rápidamente resultados financieros positivos en forma de un aumento de su valor en bolsa. Tenemos mucho que avanzar todavía sobre la información no financiera de las empresas y su verificación, pero parece que su importancia es creciente.

Es un hecho que cada vez se habla más de sostenibilidad en el ambiente financiero, y empresarial en general. También en la universidad es un campo de estudio muy importante. La Responsabilidad Social Corporativa (RSC) o la Sostenibilidad son materias que interesan a las empresas, o a los inversores (cada día se desarrolla más la Inversión Socialmente Responsable -ISR-). Dado que todo esto es potencialmente positivo para la sociedad, estamos de enhorabuena.

Cuando hablamos de inversión sostenible debemos pensar, por lo menos, en la sostenibilidad financiera, social y medioambiental. La necesidad de que la inversión sea sostenible en lo financiero, parece clara: ha de ser viable y rentable financieramente (exceptuando aquí las inversiones filantrópicas, donde primamos su rentabilidad humanitaria). La sostenibilidad social es muy amplia (se refiere a la responsabilidad ante los partícipes sociales), y puede ser muy exigente; hoy parece, a veces, que está menos de moda, aunque para mí es fundamental: es la que más nos sirve para apoyar una evolución positiva del conjunto de la sociedad. Respecto a la sostenibilidad medioambiental, yo creo que es de la que más se habla hoy en día: hablamos de potenciar lo verde, lo ecológico, lo ambiental…, así lo verde se certifica, se emiten bonos verdes o se es ecofriendly. Sin duda es un movimiento muy importante, sobre todo en los países desarrollados. Y todos estamos a favor de mantener y mejorar nuestro planeta.

Refiriéndonos a esto último, en nuestra organización hemos desarrollado varias investigaciones sobre temas de sostenibilidad medioambiental; me centraré en una recientemente publicada en el Journal of Cleaner Production que he realizado con mis colegas Wojciech y Justyna Przychodzen: estudiamos la implementación de tecnologías verdes de la información en empresas alemanas (un país sensible a los temas ecológicos) y su efecto en los resultados financieros, y vimos que esta práctica perjudica los resultados financieros empresariales a muy corto plazo (incluida su valoración en bolsa), pero, un poco más adelante, afecta positivamente a la rentabilidad de los activos y a su cotización bursátil.

Supuesto que esto es así, y que estas conclusiones son generalizables, tenemos una buena noticia: la conciencia ecológica de la empresa puede ser rentable. Pero también una advertencia: a muy corto plazo los mayores costes se traducen en unos resultados financieros más pobres, y parece que eso perjudica la cotización de las acciones. Sin embargo, esta situación se supera un poco más adelante. Probablemente los accionistas son especialmente sensibles a los aumentos de costes a corto plazo y no descuentan los beneficios que las nuevas tecnologías verdes pueden reportar más adelante, incluida la mejora reputacional. ¿Puede haber un problema de falta de una explicación por parte de la empresa, que justifique con argumentos sólidos sus actuaciones positivas en los temas ambientales frente al conjunto de sus stakeholders? Ante actuaciones de las empresas en favor de un menor impacto ambiental, es probable que los estados financieros inmediatos a la implementación reflejen unos mayores costes, pero se debe también informar públicamente de los previsibles beneficios a medio o largo plazo cuando estos, como ocurre muchas veces, existen.

De hecho, suelen ser precisamente las empresas con mejores resultados las que más se aventuran en actuaciones con contenido ecológico positivo y, precisamente, parece que tales actuaciones se traducen nuevamente en mejores resultados en el futuro. Seguramente esto no es totalmente generalizable, pero sí parece que las empresas que se centran en hacer más verdes las partes sustanciales de su negocio (con las posibilidades que a cada una se le presenten), son las que mejor traducen esto en resultados positivos después.

Además, aparte del interés financiero, que en muchos casos existe, desde un punto de vista moral, trabajar por la sostenibilidad, no solo la ecológica sino también la social, es algo deseable, nos ha recordado en la encíclica Laudato si el Papa. La parte positiva de bastantes investigaciones recientes es que esto, si se hace bien, puede además resultar bueno desde el punto de vista financiero.

Fernando Gómez-Bezares es Catedrático de Finanzas de Deusto Business School

Fuente: Cinco Días