Suele pasar con los grandes imperios económicos: cuando los herederos toman el mando, carecen de la habilidad o simplemente de las ganas de seguir manejando el negocio al ritmo del fundador, o ni siquiera a un 50%. Es lo que ha pasado con Globalia, que de la mano de su consejero delegado, Javier Hidalgo (Salamanca, 1972), ha decidido desprenderse de Air Europa, que pasará al abrigo de IAG, si los organismos de competencia no lo impiden.

Lo que no se le da nada mal al hijo del patriarca, Juan José Hidalgo, es hacer caja cuando pintan calvas las oportunidades. Ya lo hizo con Pepephone, y ahora IAG comprará el 100% de Air Europa por 1.000 millones de euros, un precio bastante generoso, según los expertos en el sector. La operación se cerró con el mayor secretismo, pues en paralelo Globalia estaba negociando una alianza y una venta parcial a Air France-KLM, que también ansiaba dominar el mercado latinoamericano.

Globalia está controlada en un 95% por los Hidalgo. Javier posee el 17%; su hermana María José –directora general de Air Europa–, el 5%, su padre, el 52%, y Juan Antonio, hermano de este y por tanto tío de Javier, el 9,1%. Pero no siempre fue así: en 2013, una pelea familiar acabó con la salida del grupo de Javier Hidalgo, que vendió el 5% que poseía entonces a la familia de Abel Matutes.

Luego, tres años después, hechas las paces, sería nombrado consejero delegado ejecutivo, y volvería a entrar en el accionariado. Las discrepancias entre Javier, María José y otra hermana, Cristina –directora de compras de Globalia–, por sus distintas visiones en torno a la gestión del grupo son vox populi, aunque el padre niega que estén enfrentados. Decía en El País en abril que eligió a Javier como sucesor por ser “un hombre de más acción y visión de negocio”, más como él, mientras que María José “es más trabajadora y peleona”.

Durante esos tres años de alejamiento del negocio familiar por parte de Javier, en 2014, nació su hija Camila, fruto de su relación con Sol Carretero, con la que entonces llevaba un año, y de la que se separó en 2017. Fue una relación más estable de lo normal en Hidalgo, habitual de las revistas del corazón y las amistades del mundo del espectáculo y las varietés. Él mismo reconoce que su forma de ser o de vestir han alimentado una fama de bon vivant que él, en 2010, aseguraba compaginar con muchas horas de trabajo.

“No le hace falta trabajar 18 horas diarias”, señala su amigo Pedro Serrahima, que trabajó con él en la teleco Pepephone y brevemente en Globalia. “Es un genio, con un gran olfato e instinto. Para muchas cosas es informal y aparentemente puede no prestarte mucha atención en una reunión, pero si algo le interesa sí trabaja mucho, y te deja tomar decisiones absurdas o surrealistas que acaban saliendo bien”. Y añade que Hidalgo nunca ha querido salir en la prensa rosa. “Es tímido. Incluso cuando empezó a ir bien Pepephone, rechazaba entrevistas porque le fastidiaba mucho que se le asociara siempre con otras cosas”. Con la venta de la telefónica y ahora de Air Europa ha conseguido “acallar las críticas”, destaca.

La gran apuesta

Hidalgo se licenció en ADE por la Universidad Pepperdine, con sede en Malibú (California, Estados Unidos), de carácter privado. Pronto comenzó a trabajar en las compañías de Globalia, y en 1999 fue nombrado director general del grupo. También montó varias empresas de muy diversos sectores, pero el pelotazo lo dio con Pepephone, fundada en 2007 dentro de Globalia. Allí tuvo de director general a Serrahima –ahora director de multimarca de Telefónica–, en quien siguió confiando a pesar de las dificultades de la empresa. Su apuesta fue total: en 2012, junto al inversor Rosauro Varó, compró la compañía en 2012 al grupo familiar.

“Lo de Hidalgo dicen que es suerte, pero huele cosas. Rosauro Varó aportaba la racionalidad”, recuerda Serrahima, que no estuvo de acuerdo con la venta de Pepephone, que se produciría en 2016 a MásMóvil, por 158 millones de euros. Entonces, como ahora con Air Europa, Hidalgo aprovechó las prisas del comprador por evitar que la firma pasara a la competencia. A lo que no pone pegas, todo lo contrario, Serrahima es al precio. “Supieron aguantar hasta lograr el máximo precio posible. Javier sabe encontrar el momento”.

Una empresa muy familiar

El directivo acompañaría a Hidalgo al principio de su etapa como CEO de Globalia. Duró poco, como otros profesionales que han intentado gestionar una compañía tan familiar, porque “es una empresa con una personalidad muy fuerte, Javier también tiene una personalidad fuerte, y yo también. Simplemente yo no era la persona adecuada”, explica Serrahima. Esa separación profesional no ha impedido que ambos mantengan la amistad.

En Globalia, Hidalgo amplió las rutas latinoamericanas de Air Europa, lanzó una alianza con Ryanair y potenció la red de hoteles BeLive. Ahora vende la gran enseña del grupo que fundó Juan José Hidalgo, que está apartado del día a día de la gestión y vive en la República Dominicana. El padre y el hijo, dice Serrahima, comparten el olfato, pero el padre posee además una capacidad de trabajo “propia de un cruce entre hormiga y abeja”,.

El acuerdo con IAG está pendiente de la revisión de los organismos de competencia. El dinero irá destinado a BeLive y a la nueva apuesta por los AVE privados con la liberalización del tren. Globalia también quiere mantener la división de handling (asistencia a aviones en tierra). El grupo lleva tiempo intentando fusionar su filial de agencias de viajes (como Halcón Viajes y Viajes Ecuador) con la de Barceló. Quizás Hidalgo esté esperando el momento y el precio adecuados.

Sus otros proyectos

Javier Hidalgo lanzó una agencia de modelos (View Management), una inmobiliaria (Century 21), una marca de moda (Melody Maker), y a partir de 2003, varios negocios con la marca Pepe, como Pepecar (alquiler de coches), Pepetravel (venta de viajes online), PepeHotel o Gracias Pepe (chóferes).

También invirtió en una planta solar en Murcia a través de Globalsol, y en Vividas Internet, cotizada orientada al desarrollo de tecnología para la emisión de TV por internet.

Fuente: El País