Stan Lee, que murió el lunes con 95 años, levantó un legado en la taquilla del tamaño de Hulk. A través de Marvel, el creador de cómics ayudó a formar una brigada de personajes de los que ahora dependen los estudios cinematográficos. También demostró, sin querer, que incluso los superhéroes necesitan amigos poderosos.

La influencia de Lee en Marvel, que lleva mucho tiempo luchando contra Batman y Superman, de DC Comics, fue legendaria. Como redactor jefe dirigió un grupo de artistas que soñaron superhéroes matizados como el adolescente Spider-Man, los Cuatro Fantásticos y los X-Men, un grupo de marginados nacidos con poderes extraterrestres. Hoy, compañías de medios como Netflix y Amazon gastan miles de millones en la generación de contenido, pero las pertenencias más potentes de los medios fueron creadas por gente como Lee hace décadas.

El viaje fue agitado. La televisión obligó a la empresa a llevar a sus personajes a la pantalla a medida que disminuían las ventas de cómics. Eso contribuyó a un desigual historial financiero. Un primer largometraje, Howard el pato, ha sido justamente relegado al olvido. Ronald Perelman compró Marvel y la sacó a Bolsa en 1991, antes de cometer una serie de errores estratégicos. Marvel atravesó pésimas operaciones, insostenibles subidas de precios, luchas internas y la quiebra.

Su suerte cambió en gran medida gracias al jefe de Disney, Bob Iger. Se hizo con Marvel en 2009 por 4.000 millones de dólares y se ha convertido en uno de los más exitosos estudios cinematográficos del grupo al ampliar las ideas de Lee y poner en marcha secuela tras secuela, utilizando los enormes presupuestos y el poder de marketing de Disney.

Las dos películas más taquilleras del mundo en lo que va de año, Black Panther y Vengadores: Infinity War, han conseguido más de 3.000 millones de dólares en ventas de entradas en todo el mundo. Lee demostró que los superhéroes pueden permanecer jóvenes para siempre; Disney demostró que trabajan mejor en equipo.

Los autores son columnistas de Reuters Breakingviews. Las opiniones son suyas. La traducción, de Carlos Gómez Abajo, es responsabilidad de CincoDías

Fuente: Cinco Días