Google podría estar planeando relanzar su buscador en el país asiático con resultados censurados para cumplir con los requisitos que marcan las autoridades del país, según ha publicado el portal The Intercept, que cita documentos internos de la compañía. Ni la empresa ni el Gobierno chino han confirmado la noticia, que supondría la vuelta del gigante tecnológico al país con más internautas del mundo (unos 750 millones).

En concreto, la compañía estaría preparando una versión para dispositivos móviles de su buscador, bloqueado en China desde 2010, y que vetará el acceso a páginas web. La versión bloquearía, entre otras cosas, búsquedas sobre derechos humanos, religión y protestas pacíficas, según una lista que ya ha sido mostrada al Gobierno chino, de acuerdo con el medio.

La citada publicación precisa que la compañía lleva trabajando en este proyecto, conocido bajo el nombre en clave de Dragonfly (libélula), desde la primavera de 2017. La iniciativa se habría acelerado tras una reunión entre el consejero delegado de Google, Sundar Pichai, y un alto funcionario del Gobierno chino. La versión final podría lanzarse en los próximos seis a nueve meses, a falta de la autorización del Gobierno chino. Y supondría un cambio de estrategia de Google en el país asiático, puesto que en 2010 se negó rotundamente a autocensurarse.

Las autoridades chinas mantienen desde hace años un férreo control sobre lo que los ciudadanos pueden ver en internet desde su país, algo que ha impedido a grandes tecnológicas como Facebook, Twitter, Instagram o Youtube desarrollar su actividad con normalidad. Además, el Gobierno chino también ha impuesto a través de una nueva ley de ciberseguridad que las empresas tecnológicas almacenen los datos que obtienen de sus usuarios en servidores que se encuentren en el país. Algunas empresas como Microsoft, LinkedIn o Apple lo han aceptado.

No obstante, la información revelada por The Intercept contrasta con la ofrecida por el periódico local China Securities Daily, que ha desmentido que Google esté ultimando su regreso al país. Este medio cita fuentes de «departamentos relevantes» del Gobierno, pero no da más detalles. Sí añade que «teniendo en cuenta el contexto internacional y doméstico, es poco probable que Google vuelva a China a corto plazo». 

Por su parte, el investigador de Amnistía Internacional sobre China, Patrick Poon, pidió hoy a la compañía estadounidense que ponga fin a este plan, informó Efe. «La libertad de internet verá un día muy negro si Google se doblega a la censura extrema de China para entrar en su mercado. No veo cómo una decisión de este tipo pueda ser compatible con el lema de hacer lo correcto de Google, y les pedimos un cambio de rumbo», señaló Poon en un comunicado. Para AI, la medida plantearía graves cuestiones sobre la protección de la privacidad de los usuarios del gigante tecnológico.

Otras voces en contra de este movimiento llegan desde EE UU. Según la publicación Business Insider, ya hay empleados de Google que han mostrado su oposición a que la compañía dé ese paso de volver a China aceptando la censura. 

Pero China resulta un mercado demasiado importante para las empresas tecnológicas, de ahí que muchas estén intentando ganar presencia en el país y lograr que sus servicios sean permitidos. El coqueteo de Google con el mercado chino viene de atrás. En octubre de 2017, la compañía lanzó una nueva campaña para promocionar su traductor entre los usuarios chinos, y en diciembre, Sundar Pichai, consejero delegado del gigante estadounidense participó en la Conferencia Mundial de Internet que el Gobierno chino organiza desde 2014 en Wuzhen, según recuerda Efe.

Después, en enero, el buscador se unió a una inversión en la plataforma china de retransmisión de juegos en directo Chushou, y a principios de este mes, lanzó un juego de inteligencia artificial en la aplicación de redes sociales WeChat, de Tencent.

La ausencia de Google en China ha permitido a su gran competidor local, Baidu, hacerse con casi todo el mercado de las búsquedas en el país. Esta firma controla actualmente más del 70% del mercado.

Fuente: Cinco Días