Gigas, la multinacional española especializada en servicios de cloud computing, aumentó un 46% sus ingresos netos en 2018 hasta 8,68 millones de euros (su facturación bruta subió un 44% hasta 10,16 millones) y su ebitda casi se triplicó hasta los 1,62 millones, superando los 1,34 millones presupuestados para el año. Este crecimiento en ebitda se produce, según la compañía, a pesar de los costes extraordinarios de M&A por la compra de dos empresas incorporadas en 2018 (la española SVT y la colombiana Ability) y de las provisiones por impago de un cliente importante.

La empresa, que cotiza en el MAB, resalta que tanto las cifras de ventas como de ebitda han superado las estimaciones anunciadas por la compañía el pasado septiembre debido a un cuarto trimestre mejor de los esperado. El grupo registró por primera vez un resultado de explotación positivo de 92.000 euros, aunque debido a los gastos financieros (273.000 euros) y las diferencias por tipos de cambio (81.000 euros), el resultado del ejercicio acabó con unas pérdidas de 148.000 euros.

Pese a ello, Gigas obtuvo un resultado neto positivo de 119.000 euros en la segunda mitad del año, como había pronosticado. Para 2019, la firma, que no descarta llevar a cabo nuevas adquisiciones para acelerar su crecimiento, prevé que su ebitda continúe creciendo y alcance los 2,55 millones, lo que supondría un 57,9% más que en 2018. La tecnológica española explica que esto será consecuencia del apalancamiento operativo del grupo y del crecimiento en facturación bruta, que se estima suponga 11,8 millones de euros.

Gigas precisa en un comunicado que las cifras alcanzadas de ventas y de ebitda en el cuarto trimestre de 2018, así como el «buen arranque» de 2019 a nivel comercial, les hace ser optimistas con los resultados de 2019.

La compañía también resalta que el ejercicio pasado fue bueno para sus accionistas, que vieron como sus títulos se revalorizaron un 86,8% a lo largo del año, desde los 3,48 euros por acción de inicio de año hasta los 6,5 euros por acción al cierre.

Fuente: Cinco Días