La próxima vez que exprima una naranja piense que quizás para producirla se haya empleado más tecnología que para fabricar su teléfono móvil. Hay un lado pintoresco y fotogénico en la relación entre agricultura y tecnología: el uso de drones que cuentan las frutas de los árboles, el espectáculo de los tractores autónomos en acción o el futurismo de los robots de poda. Y hay un trabajo científico intensivo para lograr obtener más y mejor de un campo muy exigido por el cambio climático, la merma de terrenos agrícolas y el crecimiento de la población. El potencial de expansión de esta relación está creando, además, una nueva demanda de perfiles agrotecnológicos y la esperanza en un futuro en el que generaciones jóvenes con alta formación quieran regresar al campo.

Este sábado, el número 14 de la revista Retina que se entrega de forma gratuita con EL PAÍS da cumplida cuenta de esta situación. Nuestro colaborador Miguel Ángel Palomo ha viajado a diferentes puntos de la Península para contarnos al detalle cómo se plasma sobre el terreno esta revolución agrícola en el centro de la cual está el dato, a punto de convertirse en el cultivo más valioso.

Siempre el dato, para bien y para mal. Gracias a él, contamos también cómo tres físicas teóricas españolas han llevado su empresa a Japón con un programa que permite predecir el comportamiento de los gamers.

Trabajando sobre datos, los algoritmos procesan información que ya nos clasifica en individuos aptos o no para según qué funciones sociales, muchas veces con un criterio sesgado que siempre perjudica a los desfavorecidos. O dejan una estela de información exhaustiva y diseminada sobre nuestras vidas: quién hace qué en cada momento con quién. Esos son los datos realmente peligrosos, previene Richard Stallman en la entrevista que le hace Manuel G. Pascual. Y, además, te contaremos cómo una central de Pamplona controla parques eólicos de medio mundo o cómo la inversora Patricia Layola busca proyectos contra el cambio climático.

Ya lo sabes, este sábado tienes una cita en tu quiosco con la revista Retina.

Fuente: El País