“Esto no va a ocurrir en un futuro lejano, no, sino dentro de pocas décadas”. La sentencia que, junto con el clima, condena a la catástrofe también económica, de salud y seguridad ciudadana, retumba en una de las salas donde tiene lugar, en Barcelona, la presentación del Informe preliminar sobre los riesgos asociados al cambio climático en el Mediterráneo, elaborado por el MedECC (por sus siglas en inglés), la red de más de 600 expertos independientes que trabajan en este ámbito.

La pronuncia Semia Cherif, profesora de Medio Ambiente de la Universidad de Túnez El Manar. La también coordinadora del estudio se refiere a la práctica desaparición del mapa de islas como Ibiza y Menorca, causada por el incremento del nivel del mar dentro de 80 años, en el peor de los escenarios. Pero la infausta advertencia podría aplicarse a todas las numerosas conclusiones del informe.

Durante los recesos del Cuarto Foro Regional de la Unión por el Mediterráneo (UPM), la organización que reúne a los 15 países del sur y del este de la cuenca y los 28 de la UE, y que ha promovido el estudio, Cherif analiza las repercusiones del cambio climático en la economía de esta región, junto con el coordinador del MedECC, el profesor Wolfgang Cramer.

Los sectores afectados sobre los que el informe aventura unas previsiones, aunque de forma indirecta, son esencialmente agricultura, pesca y turismo.

La UE no tiene ninguna estrategia concreta para reducir las emisiones contaminantes

Wolfgang Cramer, coordinador del MedECC

La maraña de efectos vinculados con la alteración del clima hace que sea imposible valorar su coste exacto para la economía. “Serían necesarios más estudios”, admite Cramer, quien defiende el método científico perseguido por el informe, cuyas fuentes han sido revisadas con el máximo rigor.

Cherif, sin embargo, explica que es posible detectar cierto impacto en la economía de las mutaciones medioambientales en el Mediterráneo –causadas por múltiples factores, el más llamativo de los cuales es un incremento de la temperatura media de 3,8 grados en 2100– y pone unos ejemplos.

En esta región se concentra el 60% de la producción de trigo del mundo, pero cada grado que suba la temperatura la reducirá un 7,5%, por lo que en 2090 se cosecharía un 37,5% menos que hoy. “No es difícil imaginar lo que esto significa, al ser el trigo la base de la pirámide alimentaria en el Mediterráneo”, recalca.

Y si alguien necesitara una imagen concreta para entender el desastre que conlleva el calentamiento del Mediterráneo, la científica calcula que, con solo un grado más, las zonas de bajo oxígeno del mar se multiplicarán por diez, por lo que el tamaño de los peces disminuirá entre un 20% y un 30%.

Un solo grado más implica que se produzca el 7,5% menos de trigo en esta región

Semia Cherif, profesora de medio ambiente de la Universidad de Túnez

En 2050, por la combinación del caldeo del agua y la sobrepesca (que ya afecta al 90% de las especies que se comercializan), el peso medio de los peces se habrá reducido a la mitad, con una merma evidente de la actividad pesquera. Por no hablar de la desaparición entre 2040 y 2059 del 20% del pescado y los invertebrados que se utilizan en esta región del mundo, que arrojan las peores previsiones.

Al ritmo con el que se derriten los glaciares, además, el nivel del Mediterráneo habrá crecido un metro en 2100. Cramer subraya que este dato no solo entraña la salinización por infiltración de los acuíferos que se encuentran más cerca de la costa, lo que los convierte en inservibles tanto para la agricultura como para el uso humano, sino también la erosión de los litorales y la inundación de muchos sitios de alto valor cultural protegidos por la comunidad internacional, como Venecia. Entre otras víctimas, la industria turística se vería enormemente afectada.

Semia Cherif y Wolfgang Cramer Semia Cherif, profesora de Medio Ambiente de la Universidad de Túnez, y Wolfgang Cramer, coordinador del MedECC, durante la presentación del informe en Barcelona.

Cramer señala asimismo que la desestabilización de la agricultura y de otras actividades económicas provocada por sequías y olas de calor cada vez más frecuentes e intensas es uno de los factores que contribuyen a dinamitar aquellos sistemas políticos que ya se encuentren en una situación difícil, como era el caso de Siria antes del conflicto en el que sigue sumida.

“No hay ninguna relación directa entre el cambio climático y los conflictos, pero sí podemos decir que, al reducir el primero, disminuye también el riesgo de que los segundos se produzcan”, concluye Cramer.

Más trabajo conjunto

Sin estrategia. La alta representante de la UE para Asuntos Exteriores, Federica Mogherini, declaró en el Foro de la UPM que la Unión “siente la necesidad perentoria de aplicar el Acuerdo de París y ha predicado siempre con el ejemplo”.

El coordinador del MedECC, Wolfgang Cramer, por el contrario, cree que “la UE no tiene ninguna estrategia concreta para reducir las emisiones contaminantes”. “Sabemos perfectamente lo que habría que hacer”, insiste la coordinadora del informe, Semia Cherif. “Nuestro mensaje es que hay que hacerlo entre todos los países del Mediterráneo”.

Fuente: Cinco Días