Nunca llueve a gusto de todos. Si el verano se prolonga, lastra las ventas de ropa de invierno, pero alegra la vida a otros sectores, como el de las bebidas refrescantes. Así, el sector del refresco, tras un verano “muy bueno”, cerrará el año con un leve crecimiento de en torno al 1%, según las cifras preliminares de Anfabra, la patronal del gremio, que esta semana ha celebrado su asamblea anual.

Una producción de 4.400 millones de litros y algo por encima de los 3.800 millones de euros de facturación, números similares a los de 2018, pero que satisfacen a un sector que comenzó la década rozando los 5.000 millones de euros y cuyo consumo ha caído un 8% desde 2012. Josep Puxeu, su director general, afirma que no es fácil crecer en un sector que ya alcanza a casi toda la población.

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Y ante los nubarrones asoman en el horizonte, la patronal del refresco aboga por fomentar el poder adquisitivo de los consumidores y cerrar la puerta a subidas de impuestos. “En una situación de ralentización de la economía, sería muy cauto a la hora de gravar el bolsillo del consumidor. Hay que andar con cuidado”, afirma Puxeu, y aboga por que el Gobierno “busque políticas que incentiven la confianza del consumidor, el consumo y la creación de empleo”.

Especialmente, carga contra los impuestos sobre el azúcar, como el que está en vigor en Cataluña, recurrido ante el Constitucional. Puxeu sostiene que se trata de una tasa “perniciosa para el consumidor”, porque ataca a su bolsillo, pero que “a efectos de consumo no tiene incidencia”. “El consumidor se pasa a un formato no gravado, bajo en calorías o sin azúcar”, sobre todo, explica Puxeu, en los formatos grandes, de 1,5 o 2 litros y en las carcas de distribución. “Esto es una tasa para recaudar”, lamenta, para subrayar que “nosotros los impuestos los pagamos por otra vía: irpf, patrimonio, sociedades…”, algo más de 1.400 millones de euros al año, según las cifras de Anfabra.

El debate sobre el azúcar y sus efectos en una sociedad cada vez más sedentaria lleva años instalado en el sector. Puxeu se queja de que la industria del refresco, por su notoriedad, lo sufre mucho más que otras. “Como la potencia de nuestras marcas es tan notoria, da notoriedad a quien hace cualquier tipo de estudio”, lamenta. Y defiende que el sector del refresco en España “tiene muy interiorizado el tema” y, en los últimos años, se ha reducido un 35% el contenido de azúcar y que un tercio de la oferta corresponde a opciones sin azúcar o bajas en calorías. Además, recalca que, “de motu proprio, hemos eliminado toda la comunicación a menores de 12 años -estamos intentando subirlo a 15-, retirando máquinas de vending de puntos sensibles, como escuelas, o que tengan una oferta variada o solo de productos sin calorías en otros sitios, como hospitales”. “Si hay un ingrediente nocivo, elimínese, pero para todos”, sentencia.

Puxeu también pone de manifiesto la contribución de un sector que emplea directamente a unas 10.000 personas -“indirectamente, si digo 70.000 u 80.000 empleos no digo ningún disparate”, afirma- y que, en tiempos de deslocalización fiscal, “fabrica aquí, transporta aquí, distribuye aquí, tributa aquí, nada que ver con Amazon y esas cosas, y deja aquí todo el valor añadido”. “A partir de la salida de fábrica, esos 3.800 millones se multiplican por lo que quieras”, asegura.

Puxeu señala que el sector del refresco invierte cada año en España 3.500 millones en I+D y en nuevos productos. En todo caso, en el consumo de refrescos sigue primando los sabores más tradicionales: la cola, la naranja y el limón. “Crece mucho las isotónicas, las bebidas de té, e incluso el bitter”, un producto que vivió su momento en los 80 y que fue relanzado hace un par de años. Las energéticas, aunque tienen gran impacto en comunicación, apenas alcanzan un 2% del consumo. La innovación y el lanzamiento de nuevos productos se presentan como las únicas palancas de crecimiento para un sector que es “prácticamente universal”. “Lo que hay que hacer es estar permanentemente por delante del consumidor, para ofrecerle nuevas alternativas”, afirma. Y no solo en sabores u ocasiones. “”El consumidor va a rechazar a quien no se comprometa a cubrir sus demandas medioambientales o sociales”, explica, y defiende que la industria del refresco va por delante de la legislación europea en materia de residuos y uso y reciclado de plásticos. “Tenemos el compromiso de ir más rápido de lo que exige la administración y la legislación”, sentencia.

Fuente: El País