El Gobierno ha conseguido rebajar la senda de reducción del déficit público para este año del 2,2% del PIB que se exigía hasta el 2,7%. Una relajación de unos 6.000 millones de euros. Aun así, tendrá que seguir haciendo un ajuste fuerte en los presupuestos del año que viene para bajarlo hasta el 1,8%. Una reducción que alcanzará 0,9 puntos del PIB, unos 10.000 millones de euros. De estos, una parte procederá de los ingresos adicionales que proporciona el ciclo económico. Pero aun así faltarán otros 0,4 puntos de PIB para cumplir con la meta pactada con Bruselas, esto es: unos 5.000 millones de euros. Así que el Gobierno se compromete a incluir medidas de ajuste por este valor en los Presupuestos que está preparando. Sobre todo subidas de impuestos como las ya anunciadas.
Después de haberse reunido con el comisario de Finanzas, Pierre Moscovici, la ministra de Economía y Empresa, Nadia Calviño, ha anunciado este jueves en Bruselas que el Gobierno elevará el objetivo de déficit hasta el 2,7% del PIB este año y el 1,8% en 2019, frente al 2,2% y el 1,3% que tenía pactado el Ejecutivo de Mariano Rajoy. La acogida de la Comisión Europea a esta propuesta ha sido buena, subrayan fuentes del Ministerio de Economía. En principio, la aprobación de esta nueva senda de consolidación se hará más adelante, cuando se examinen los Presupuestos de 2019.
Pese a que el gabinete de Rajoy se comprometió a situar el déficit en el 2,2% este año, los Presupuestos que dejó amenazaban con un desfase de las cuentas en el entorno del 2,7%, según las propias previsiones del Ejecutivo comunitario. Según cálculos de este periódico, el agujero presupuestario del conjunto de las Administraciones a fecha de mayo se coloca cerca del 2,9% del PIB. Y eso sin contar con las subidas de sueldo de los funcionarios y la mejora de las pensiones, que se abonarán a partir de julio. Todo ello implicaba que este mismo año ya había que abordar un ajuste de, por lo menos, 6.000 millones de euros.
“Si nos empeñamos en mantener el objetivo que se pusieron nuestros predecesores estaríamos obligados a tomar medidas de ajuste de gran magnitud que serían tremendamente perjudiciales para la recuperación”, ha declarado.
La costumbre del equipo de Montoro consistía en dejar sin gastar muchas partidas a final de año para poder reconducir las cuentas. Pero el Gobierno de Pedro Sánchez ha querido hacer borrón y cuenta nueva. No quiere empezar con incumplimientos o ajustes. Y ha pedido árnica para este año. En gran medida porque tendrá difícil en solo seis meses aprobar los impuestos que tiene en mente. Tendrá complicado recabar los apoyos parlamentarios para el impuesto al diésel. El impuesto a la banca todavía hay que diseñarlo. La subida de la tributación de sociedades presenta obstáculos técnicos difíciles de resolver. Algunos expertos indican que se antoja una tarea muy ardua hacer que las empresas paguen un mínimo efectivo del 15%. Y la tasa Google hay que definirla bien jurídicamente para evitar que no se tumbe en los tribunales.
Para defender el aplazamiento de los objetivos de déficit, el Ministerio de Economía ha esgrimido un informe de la Autoridad Fiscal (Airef). Este dice que el déficit quedará en el 2,7% este año y el 2,2% el que viene. Lo que implicaba que los objetivos antes establecidos eran imposibles de lograr. Eso mismo ha argumentado Calviño. Según las explicaciones de la ministra, no había margen para cumplir. Y esto no tenía nada que ver con todos los anuncios de gasto del Gobierno. El problema es que la relajación del esfuerzo solo se hace para este año. Para el que viene se mantiene el nivel de ajuste exigido. Aunque no en la parte estructural, que era de 0,65 puntos del PIB en lugar de los 0,4 que propone el Ejecutivo ahora. En cualquier caso, esto significa que los anuncios del Gobierno serán difíciles de casar con las cuentas comprometidas con Bruselas.
Copagos para los jubilados. Sanidad universal. Cotizaciones sociales para cuidadores de dependientes. Aumentar el gasto en defensa. Cerrar nucleares y carbón. Más dinero para política de vivienda. Liberar autopistas… Todo ello será un poco más complicado de encajar en los presupuestos de 2019 que prepara el Ejecutivo.
Fuente: El País