El mediocre crecimiento del tercer trimestre en la zona euro pone a los Diecinueve en una delicada situación. El débil avance del 0,2% pone fin a la época en la que Europa podía dejar el piloto automático. Los riesgos se han ido acumulando. El principal estará sentado en la mesa del Eurogrupo mañana: se llama Italia. La batalla con Roma, junto a las negociaciones del Brexit o las nuevas medidas que se puedan adoptar sobre Grecia, deben ser manejadas con cuidado por los países de la moneda única para evitar cualquier derrape en pleno proceso de retirada de estímulos por parte del Banco Central Europeo.

La mejora de la economía francesa y el aguante de la española en el tercer trimestre ponen el foco sobre dos países: Alemania e Italia. Los analistas consideran que el tibio progreso económico de los estados de la zona euro tiene que ver con la caída de ventas de automóviles en Alemania —que en septiembre fue del 30%, según la patronal del sector— por la nueva norma de emisiones, que supuso que se adelantaran compras.

Ello puede implicar que en el último trimestre del año haya algún tipo de rebote, aunque desde Oxford Economics señalan otro dato más que apunta a la desaceleración alemana: las ventas minoristas cayeron un 1% en el tercer trimestre, el peor registro desde 2009. El dato definitivo de crecimiento no es el único interrogante que llega desde Berlín. El anuncio de la canciller Angela Merkel de que en 2021 no repetirá como candidata abre también cierta inquietud ante la debilidad en la que va quedando su gobierno cada vez que hay unas elecciones. Y todo ello en un contexto de inestabilidad de los mercados financieros y de batallas comerciales a un lado y otro del continente.

Los ministros de Finanzas de los Diecinueve se sentarán, pues, mañana frente a un cartapacio repleto de dosieres. En la agenda hay, entre otros puntos, la revisión de los test de estrés de la banca, los borradores presupuestarios que los países han entregado a la Comisión Europea y, ya en el Ecofin, una evaluación a la aplicación del Pacto de Estabilidad y Crecimiento. En plata: Italia.

La anemia económica del país gobernado por la coalición de M5S y la Lega se confirmaba esta semana con un raquítico crecimiento del 0,02%. Además, Italia fue, según Eurostat, el único país de la UE cuyo mercado laboral se deterioró en septiembre. “Con estos datos, el Producto Interior Bruto (PIB) de Italia está toda un 5% por debajo de los niveles del primer trimestre de 2008, y desde entonces la brecha con el conjunto de la zona euro se ha agrandado un 13,4%”, recuerda el economista y exsecretario del Tesoro italiano Lorenzo Codogno.

El gobierno italiano se agarra a esos datos para justificar su plan de expansión fiscal, que supone romper con los compromisos adquiridos con Bruselas. La Comisión Europea, sin embargo, ha puesto ya en marcha mediante un primer aviso el engranaje para meter en el brazo corrector y, si es necesario, aplicar sanciones por incumplir las reglas comunitarias. Las pobres perspectivas económicas para el país y el incremento de los intereses pueden conducir a que la bola de nieve de la deuda —equivalente al 131,8% del PIB— siga haciéndose más pesada.

Convencidos de que un enfrentamiento enconado solo engordaría al gobierno populista, los países de la zona euro han decidido dejar a un lado los grandes aspavientos y cerrar filas con la Comisión Europea. Así lo ha hecho también Holanda, que lidera una lidera una liga de ocho países nórdicos que enarbolan la bandera de la responsabilidad fiscal de los países. Wopke Hoekstra, su ministro de Finanzas, ha insistido en que “todos los proyectos de presupuestos deben cumplir con los requisitos del Pacto de Estabilidad y Crecimiento” y ha apoyado la posición de Bruselas. Pero ahí no hay brecha norte-sur. España está de acuerdo con la flexibilidad, pero siempre dentro de las reglas, según fuentes del Ministerio de Economía.

El frenazo económico pone contra las cuerdas a los países de la zona euro

Castigo de los mercados

En esa posición está también Alemania, que hasta ahora elude una batalla como la que protagonizó con Grecia. Los países también parecen coincidir en esperar a que sean los mercados quienes hagan imposibles los planes de Italia. En los últimos 15 días, la prima de riesgo de la deuda italiana ha estado alrededor de los 300 puntos básicos y ha llegado a los 330. Su ministro de Finanzas, Giovanni Tria, admitió que el Gobierno se vería obligado a intervenir si alcanza los 400 puntos. Recientemente, rebajó ese listón: de mantenerse los precios actuales, el sistema bancario —que en el primer semestre acumulaba 370.000 millones de euros en deuda soberana— se verá en aprietos. Y todavía más sin la malla del BCE.

Los economistas del Peterson Institute Olivier Blanchard y Jeromin Zettelmeyer publicaron esta semana un documento en el que consideraban que la escalada de la deuda puede producirse antes incluso de que el gobierno italiano pueda aplicar su política fiscal. Si la prima de riesgo logra mantenerse en esos niveles, advertían, el “desafío” es otro: afrontar una mayor atonía de su economía.

El empeoramiento de la situación también pone en un brete al BCE. Pese a constatar la debilidad de los datos que van llegando, Mario Draghi ha decidido seguir con la retirada de los estímulos. Desde Capital Economics ven improbable que estos datos hagan replantear el final al programa de compra de activos en diciembre, con el que ya ha inyectado más de 2,5 billones de euros a la economía. Sí consideran que podría jugar con el momento en el que empiezan a subir los tipos de interés, que creen que podría ser en septiembre de 2019. Tiempo para que una Europa que se adentra en tiempo electoral enderece el rumbo o siga acumulando carpetas que espanten al crecimiento.

Los ‘halcones’ piden más supervisión

La crisis italiana destapa de nuevo carencias de la Unión Bancaria. No están listos, por ejemplo, los fondos precautorios a los que podrían acogerse países que pudieran verse contagiados por la situación de ese país. Al contrario, el desafío del gobierno de Giuseppe Conte hace temer a los países más decididos por la reforma del euro que Italia cargue de argumentos a quienes antes de seguir en la integración pidan menos riesgos y más disciplina fiscal.

Antes del Eurogrupo, la conocida como ‘Liga Hanseática’ —integrada por ocho países nórdicos, entre ellos Holanda e Irlanda— ha confeccionado un documento que también firman la República Checa y Eslovaquia para que el fondo de rescate (MEDE) tenga un mayor control de las cuentas nacionales. En concreto, pide que se le dé “pleno acceso a la información de la situación económica y financiera” en todo momento y recuerda que la asistencia financiera debe producirse siempre con una “estricta condicionalidad”. Los halcones del norte tratan de hacer de contrapeso al eje francoalemán y frenar los planes de una mayor integración económica de Emmanuel Macron.

Fuente: El País