A principios de este mes, Michelin presentaba con gran fanfarria su nueva gama de productos en el Salón del Automóvil de París. En un lugar destacado del pabellón, con la presencia del presidente francés, Emmanuel Macron, el consejero delegado de la firma francesa, Jean Dominique Senard, mostraba a los asistentes el concepto Vision de neumático: una estructura reciclada y reciclable capaz de adaptarse a cualquier circunstancia gracias a la impresión en tres dimensiones.

Solo unos días más tarde, Senard pasaba del ilusionante futuro a la preocupante realidad. Aunque había registrado un ascenso de las ventas del 5,2% en el tercer trimestre con respecto al mismo período de 2017, la empresa francesa alertaba de un importante frenazo de la demanda en vehículos nuevos, tanto en Europa Occidental (por la entrada en vigor de las nuevas normas de emisiones WLTP) como en China. En el caso del gigante asiático, hay tres factores a tener en cuenta: el frenazo en la economía (en el tercer trimestre el crecimiento del PIB interanual fue del 6,5%, la tasa más baja desde 2009), la retirada de las ayudas a la venta de automóviles pequeños durante 2018 (y que Pekín ahora está estudiando volver a imponer) y el riesgo de un progresivo deterioro de la situación por los aranceles impuestos por el Gobierno estadounidense.

El 1 de julio, China subió los aranceles para los vehículos importados de EE UU del 25% al 40%; al tiempo, los redujo para el resto de países al 15%. «Hay que tener en cuenta que Daimler y BMW fabrican en Estados Unidos muchos de sus todoterrenos y todocaminos de gran tamaño (SUV, en sus siglas en inglés)», apunta Fraser Hill, analista de Bank of America Merrill Lynch especializado en el sector del automóvil. Precisamente es el segmento de los SUV el que más ha impulsado el boom de la producción en los últimos años.

Los mercados reaccionaron al profit warning haciendo caer la acción de Michelin más de un 11%. Sin embargo, para el consejero delegado, el grito de alerta a los inversores no era más que su obligación. «Había algunas preguntas en el mercado, teníamos que tener una conversación con vosotros», defendía la semana pasada en una conferencia con analistas. «Obviamente, en las pasadas semanas notábamos que el consenso estaba muy alto, y los mensajes que mandábamos no tenían ningún efecto. No hay alarma, no hay aviso, no hay nada. Si el mercado lo ve diferente, creo que reaccionará pronto y positivamente».

«Un resultado como este no representa buenos augurios para el conjunto del sector, dado que este está mucho más orientado hacia la producción de equipos para productos nuevos que Michelin», indican de Citigroup. «En una nota positiva, los márgenes de beneficio en los neumáticos para vehículos nuevos acostumbran a ser bajos. Todo dependerá de la capacidad que tenga la empresa para usar su posición premium en el mercado para obtener beneficios y flujo de caja, y eso no ha cambiado; sin embargo, el frenazo en China, tanto en vehículos nuevos como en reemplazos, es causa de preocupación».

Michelin no es la única compañía de la industria que ha apuntado a sus inversores que el mercado está en riesgo. En agosto, su rival, la alemana Continental, emitió el segundo profit warning del año (estimando un volumen de negocio para 2018 de 45.000 millones de euros, 1.000 millones menos de los inicialmente previstos) por motivos muy similares. «El negocio del equipamiento original ha estado por debajo de nuestras expectativas, especialmente en Europa y China, tanto en la división de neumáticos como en la de materiales como correas de transmisión», señaló la empresa entonces. «En segundo lugar, la débil demanda en los mercados de neumáticos en ambas regiones nos lleva a tener menores expectativas de ventas». Pese a que la empresa ha anunciado recortes en la producción y cambios en los planes de inversión, la acción de Continental ha perdido un tercio de su valor en lo que llevamos de año.

Otra alerta vino del fabricante de componentes francés Valeo. El consejero delegado, Jacques Aschenbroich, anunció igualmente recortes en la inversión y en costes de 200 millones de euros en total «que pueden mantenerse hasta 2019 si es necesario». Sin embargo, esto no ha sido suficiente para parar la espiral descendente de las acciones de la empresa: desde el 1 de enero, han perdido dos tercios de su valor.

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Según Bloomberg, las empresas europeas de automoción han perdido un 44,58% de su cotización en Bolsa en lo que llevamos de año, un rendimiento muy por debajo del del conjunto del mercado. Aunque parte de estas cifras se deben al escándalo de las emisiones, que ha lastrado los resultados de grandes fabricantes europeos como Volkswagen o Daimler (ésta última ha alertado que sus beneficios para 2018 estarán «significativamente por debajo» que los del año pasado), para Hill, los peor parados han sido los fabricantes de componentes, «los preferidos del mercado durante estos últimos ocho años de expansión».

La pregunta es si este frenazo será temporal o apunta a un problema más estructural. Porque han sido años muy buenos para el sector. Tras el drástico bache que supuso el inicio de la Gran Recesión, el sector del automóvil ha ido de triunfo en triunfo. Impulsado por los países emergentes, sobre todo India y China, en 2010 se batió la marca de 75 millones de vehículos vendidos, y, según la Organización Internacional de Fabricantes de Vehículos a Motor (OICA, en sus siglas en inglés), la industria ha ido batiendo esa cifra año tras año.

«La salida de la crisis ha permitido una recuperación del mercado tanto interno como externo, para la que el sector estaba preparado y ha sido capaz de atender», considera Begoña Cristeto, socia de KPMG. «No obstante, tenemos que ser conscientes que en el mundo actual el problema es que cada vez más los cambios se producen a mayor velocidad y las incertidumbres internacionales impactan con mayor fuerza en los mercados de manera global». «Creo que en Europa las nuevas normativas de emisiones van a impactar en los resultados de los fabricantes, pero la situación regresará a la normalidad en enero», apunta Hill. «Es en China donde la situación va a ser más estructural».

Fuente: El País