España recibe mucha más inversión exterior de la que envía fuera de sus fronteras. Esta no es ninguna novedad, y en los últimos años la economía se las ha apañado para reducir ese desajuste: la posición de inversión internacional neta (PII) ha pasado del 94% del PIB en el que estaba en 2009 al 81% del año pasado. Pese a esta mejora, el Fondo Monetario Internacional (FMI) alerta de los riesgos que este desequilibrio conlleva para la economía española.

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Entre las “vulnerabilidades externas” que menciona el organismo liderado por Christine Lagarde están “las grandes necesidades brutas de financiación de la deuda exterior” y los efectos “potencialmente adversos” de una devaluación de sus activos en el extranjero. En su informe sobre el sector exterior de julio de 2018, el Fondo menciona también dos factores que mitigan estos riesgos: los plazos favorables de vencimiento de la deuda externa –con una media de siete años- y la laxa política monetaria del BCE, que aminora el coste de la deuda. El FMI olvida mencionar en su informe que el Eurobanco se dispone a retirar de forma muy paulatina sus medidas extraordinarias de liquidez.

No todo son malas noticias para la economía española. En su informe Abordando los desequilibrios globales en medio de crecientes tensiones comerciales, el FMI también destaca cómo se han encarrilado el déficit por cuenta corriente que arrastraba la economía española. Tras alcanzar en 2007 una cima del 9,6% del PIB de este indicador que mide el exceso de bienes, servicios, rentas y transferencias que un país adquiere en el exterior frente a las que le compran, se pasó una década más tarde a un superávit del 1,9%. Esta vuelta de tuerca del sector exterior español se debe, principalmente, a la brusca caída en las importaciones que siguió a las primeras dentelladas de la crisis en 2008. Desde entonces, tanto las importaciones como las exportaciones han ido aumentando de mano de la recuperación económica.

Este superávit, asegura el Fondo, se explica por una demanda interna “robusta”, bajos tipos de interés y mayor competitividad ganada a través de políticas de moderación salarial. “España logró su quinto año de superávit en la cuenta corriente, algo insólito en su historia reciente», sostiene el Fondo.

El FMI atribuye esta mejora a la ganancia de competitividad de la economía española gracias a las políticas de moderación salarial y a un mayor esfuerzo por el sector exterior en las empresas nacionales, lo que derivó en un incremento del peso de España como potencia exportadora en el mundo. “Está previsto que a medio plazo continúen los superávit en la balanza por cuenta corriente a pesar de la reciente apreciación del euro y las subidas de precio del petróleo”, continúa el informe.

Más allá de España, el Fondo dibuja un panorama del mundo no muy distinto del de los últimos años: grandes áreas con superávits en países europeos como Alemania y Holanda o o en Corea, Singapur y China; y déficits concentrados en EE UU, Reino Unido, y otros países deudores de la eurozona. El Fondo alerta de que los desequilibrios globales junto con las políticas para reducir estos desequilibrios suponen un riesgo para la estabilidad económica.

El endurecimiento de la política monetaria en EE UU, el dólar más fuerte y el agravamiento de su déficit por cuenta corriente puede derivar, a medio plazo, «en un cambio disruptivo para las economías emergentes», asegura el FMI.

Maurice Obstfeld, economista jefe del FMI, explicó el martes en rueda de prensa que los desequilibrios del sector exterior “se mantienen relativamente sin cambios” en términos generales y señaló que en el 40% de los países analizados se consideran “excesivos”. Se concentran principalmente en las economías avanzadas. “No representa una amenaza inminente”, dijo Obstfeld, “pero pueden amenazar la estabilidad económica global en el futuro”.

En el FMI creen que el superávit y el déficit por sí mismos no son problemáticos. “Pero si los desequilibrios externos se hacen excesivos”, dijo Obstfeld, “son un riesgo para las economías porque las hacen vulnerables y pueden tener un efecto desestabilizador a efecto global”. También señaló que los países con un superávit excesivo “son objetivo más fácil para medidas proteccionistas”. El objetivo del informe, insistió, es “alertar de los riesgos potenciales”.

El FMI analiza cada año si los superávits y los déficits externos son apropiados o excesivos. Para el estudio se centra en la balanza de pagos, los tipos de cambio, los flujos de capital, las reservas internacionales y los intercambios reales. La intención es facilitar una perspectiva sobre los desequilibrios que crean las políticas en las 29 mayores economías del mundo, además de la zona euro.

Fuente: El País