La reducción en las emisiones de deuda y un coste de financiación menor incluso de lo que esperaba el Tesoro permitieron al Estado español ahorrar hasta 2.371 millones de euros en intereses en 2019 sobre las previsiones iniciales. Las emisiones brutas han caído casi un 10% este año, hasta sumar 192.800 millones de euros —la cifra más baja desde 2007, antes de la Gran Recesión, y bajando de la barrera de los 200.000 millones por primera vez desde 2011 y lejos del máximo de casi 250.000 millones de 2012, en plena crisis de deuda soberana en Europa—, según ha anunciado este lunes el organismo dependiente del Ministerio de Economía y Empresa. En términos netos, las apelaciones al mercado también han quedado ampliamente por debajo de lo esperado por el Ejecutivo: los 35.000 millones previstos a principios del ejercicio se han quedado finalmente en menos de 20.000, una merma del 42% que ha posibilitado, en buena medida, la fuerte caída en el coste de financiación de las arcas públicas centrales.

Más allá de la menor salida al mercado, el ahorro tiene que ver en gran medida con la nueva caída en el coste de financiación: el interés medio exigido a la deuda española en circulación cayó hasta el 2,19% —dos décimas menos que a cierre de 2018—, mientras que el de las nuevas emisiones pasó del 0,64% al 0,23%. En ambos casos, se perforaron mínimos históricos gracias a la política monetaria ultralaxa del Banco Central Europeo (BCE), superando incluso las expectativas del Gobierno en funciones. «Frente a lo que podríamos pensar a principios de año, no solo se han mantenido los costes de financiación más bajos de la historia sino que se han reducido», ha subrayado el secretario general del Tesoro y Financiación Internacional, Carlos San Basilio. «Pensábamos que los niveles de 2018 marcaban un suelo, pero este año se ha producido una reducción adicional, con el bono a 10 años bordeando los tipos negativos [en verano] y una reducción de la prima frente a Alemania».

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No obstante, y «vista la tendencia», para el próximo ejercicio, San Basilio ve «muy probable» que los intereses toquen finalmente suelo en 2020, algo que —a pesar de que el Tesoro vería aumentar su coste de financiación— valora como una «buena señal», por lo que supondría en términos de recuperación económica de la zona euro. «Unos tipos de interés más altos serían positivos para el sistema económico en general: los tipos negativos generan una serie de incentivos perversos sobre el ahorro y la inversión que convendría evitar», ha subrayado. Incluso cuando el BCE acabe dando el paso y suba el precio del dinero —algo que ni mucho menos se espera a corto plazo—, el ente ve «margen» sin que se genere un problema de aumento «significativo» de costes para el Tesoro.

Preguntado por la potencial incertidumbre que provoca en los inversores las negociaciones para la formación del nuevo Gobierno, San Basilio ha subrayado que «lo que preocupa más» a los inversores es el cuadro macroeconómico español. «Y los fundamentales de la economía van a seguir siendo muy sólidos y evolucionando mejor que los de las principales alternativas de inversión a España, con un crecimiento superior y una consolidación presupuestaria que se va a mantener. Tener un Gobierno en funciones y unos Presupuestos nos va a dar, además, un plus adicional, con una reducción adicional del diferencial que nos lleve a los niveles de Francia o Bélgica».

Vuelta al mercado de las autonomías y mayor peso extranjero

Tras acercarse al 0% a finales de julio, la rentabilidad del bono con vencimiento a una década vista cerrará el año en el entorno del 0,4%, casi un punto por debajo de 12 meses atrás, y la prima de riesgo —el diferencial con el interés exigido a Alemania— terminará 2019 ligeramente por encima de los 70 puntos básicos, casi 45 unidades por debajo de finales de 2018. El organismo dependiente del Ministerio de Economía ha aprovechado esas inusualmente buenas condiciones del mercado de deuda —gracias a la inundación de liquidez y unos tipos de interés que, «frente a las expectativas de subidas que existían a principios de año» se han mantenido en el 0% en la eurozona— para alargar la vida media de la cartera, concentrando las nuevas emisiones en productos a medio y largo plazo en detrimento de las letras del tesoro (por definición, con vencimiento a mucho menor plazo). Con estas operaciones, la vida media de la cartera pasa de 7,45 a 7,55 años, un año más que a principios de esta década y «en niveles comparables con Francia o Alemania», según San Basilio.

El paulatino regreso de varias autonomías a los mercados de deuda —parcial en los casos Galicia, Baleares y Andalucía (aunque en este último caso el Gobierno acaba de obligar a la Junta a volver al Fondo de Liquidez Autonómica por incumplimientos) o total en los casos de Madrid, Castilla y León, Asturias, País Vasco y Navarra— y la amortización temprana de préstamos a comunidades por más de 5.000 millones de euros ha supuesto un balón de oxígeno adicional al Estado para aminorar su necesidad de suscribir nueva deuda. «Son 5.000 millones que nos entran en la caja del Tesoro y que nos han permitido rebajar las necesidades de emisiones con las que empezábamos el año», ha reconocido.

Los no residentes tienen ya casi la mitad de la deuda pública. Según los datos del Banco de España, el Estado cerrará el año con alrededor del 48% de sus obligaciones en manos de no nacionales, una cifra que supera con creces el 80% en las nuevas emisiones a 10 y 15 años con un aumento del interés por parte de los inversores asiáticos. En paralelo, el porcentaje en manos de los bancos españoles ha caído hasta el entorno del 15%: un vínculo entre emisiones y entidades financieras que, en palabras de San Basilio, «se va diluyendo». Lejos quedan los años 2012 y 2013, cuando en plena tormenta europea más de la tercera parte de las letras y bonos del Estado estaba en manos de las entidades financieras españolas.

Fuente: El País