Claro, contundente y ya se verá si efectivo. El mensaje enviado por el presidente del Instituto de la Empresa Familiar (IEF), Francisco J. Riberas a Pedro Sánchez fue directo a la línea de flotación de la política económica del Gobierno. “Nuestra economía se encuentra hoy en peor estado que el que tenía en 2008 para afrontar una futura recesión. El posible cambio de ciclo llegará antes o después y no nos puede pillar sin los deberes hechos. No podemos permitirnos que se sigan adoptando medidas a corto plazo con la finalidad principal de garantizar la gobernabilidad”, manifestó el también presidente de la empresa líder mundial de componentes del automóvil Gestamp en un discurso educado, pero firme, que Sánchez escuchaba aparentemente con mucha atención.

Posteriormente, el presidente del Gobierno pronunció el suyo, en el que, además de aprovechar para pedir el apoyo a los Presupuestos de PP y Ciudadanos, lanzó guiños para buscar la complicidad de los cerca de 700 empresarios que asistían al XXI Congreso Nacional de la Empresa Familiar en el auditorio del Palau de Congresos de Valencia (“vengo a escuchar y aprender de ustedes”, “su éxito es el de todos”, “el corredor mediterráneo es uno de los grandes compromisos del Gobierno”…), mientras enumeraba las medidas recogidas en la agenda del cambio que va a presentar en Bruselas y que tantas alabanzas había recibido la semana anterior de Isidro Fainé en el congreso de directivos.

Pero, en esta ocasión, las cañas se volvieron lanzas. Pese a esos esfuerzos, Sánchez no levantó ningún entusiasmo. Solo recibió tibios aplausos de cortesía de gente que había llegado caliente por el anuncio de la subida de las cotizaciones sociales y que, sobre todo, no entendía como el presidente del Gobierno se había atrevido a asegurar en público que las grandes empresas pagan menos del 10% del impuesto de sociedades. “¿De dónde saca esos datos?”, “me gustaría saber cómo lo calcula”, “que yo sepa pago más del 20%”…, comentaban a poco que se les pinchara los empresarios, entre ellos el propio Riberas, que en un encuentro con la prensa pidió al presidente “altura de miras, que levante la cabeza y se prime el interés del país a largo plazo”.

“¿De dónde saca que pagamos menos del 10% del impuesto de Sociedades?”

La osadía de Sánchez recibió reacciones en cadena de los empresarios, parte de ellos de los más influyentes del país, a los que apenas se acercó al final del acto. El rápido abandono del recinto le impidió escuchar las críticas en directo, que sí llegaron a los oídos del presidente de la Comunidad Valenciana, el también socialista Ximo Puig, obligado a poner cara de circunstancias ante los arreones. Sánchez alegó motivos de agenda; pero el caso es que no hubo el típico rendibú de los asistentes, limitándose a una despedida formal de la plana mayor de la organización, de la que además la prensa no pudo ser testigo por la exigencia de los servicios de protocolo de La Moncloa de restringir su presencia.

En esa faceta le ganó por goleada el presidente del PP, Pablo Casado, que durante más de media hora se dio un baño de multitudes con los empresarios tras su intervención en el mismo foro unas horas antes. Casado rechazó de antemano la oferta que luego haría Sánchez porque, a su juicio, los Presupuestos son “la semilla de la recesión”. Sabedor de a quién se dirigía, el líder popular se opuso a todas las medidas fiscales (cotizaciones, tasa Tobin, tasa Google, diesel) del Gobierno y, al contrario, propuso rebajas de impuestos.

El presidente, en todo caso, sabía que acudía a una plaza difícil, no precisamente complaciente; pero que cualquier gobernante debe considerar necesaria por el peso que tiene: la empresa familiar supone el 90% de las empresas que hay en España, el 70% del empleo y el 60% del PIB. También era consciente de que la percepción de este colectivo sobre la situación económica ha empeorado respecto al año anterior (5,48 sobre nueve frente al 6,22) y aunque sea un aprobado refleja el deterioro de la evolución económica y también la política. Una de las razones esgrimidas por los empresarios es el cambio de Gobierno tras la moción de censura presentada por Sánchez; pero no la única. También adujeron como claves del descenso las medidas proteccionistas de Trump, el brexit, la situación de Italia, la posible subida de tipos en EE UU, entre otras.

Mientras Casado se dio un baño de multitudes, Sánchez apenas se acercó a los empresarios

Un “lío político”, en palabras de Juan Roig, presidente de Mercadona, que jugaba en casa y donde es, junto al armador Vicente Boluda (presidente de la Asociación Valenciana de Empresarios), el principal referente.

La insistente llamada al consenso

M. Á. N.

El alegato final de Francisco J. Riberas ante Pedro Sánchez dejó las cosas claras de lo que quieren los empresarios familiares: consenso para abordar reformas en educación, competitividad y fomento del crecimiento. “No queremos meternos en política; pero si podemos ayudar a decir cómo se puede hacer; posiblemente sabemos más que los políticos sobre creación de empleo”, comentó a la prensa, a la que también dijo que el concepto política “está mal asimilado”.

Fuente: El País