El Banco de España ha aprobado hoy la reestructuración de la Dirección General de Supervisión, el área de la entidad que se responsabiliza del control de las entidades financieras, y que dirige Mercedes Olano desde noviembre. Los cambios suponen, indica el Banco de España, un nuevo paso en la adaptación de la entidad a la realidad del supervisor bancario europeo, de cuya creación se cumplen ya cuatro años.
De este modo, el banco aspira a reforzar la supervisión de las entidades menos significativas, es decir, aquéllas cuyo control reace directamente en el Banco de España. Las entidades mayores (BBVA, Santander, CaixaBank, Bankia, Sabadell, Liberbank, Abanca, Unicaja, Ibercaja, Kutxabank y las cajas rurales) están sujetas a la supervisión europea. El segundo objetivo es potenciar la coordinación dentro del banco y con el Mecanismo Único de Supervisión y otros supervisores nacionales.
«Transcurridos cuatro años desde la integración del Banco de España en la estructura del Mecanismo Único de Supervisión, se considera que hay aspectos organizativos que requieren ajustes adicionales», dice la nota oficial.
Los cambios en la Dirección General de Supervisión vienen siendo reclamados por políticos e inspectores principalmente. De hecho, consideran que fue una de las partes negativas de la crisis financiera. De hecho, lo que intenta el nuevo equipo del Banco de España, con nuevo gobernador, Pablo Hernández de Cos, y subgobernadora, Margarita Delgado, es poner soluciones a algunos de los problemas que se detectaron en la crisis en el Banco de España.
Ahora se pretende acercar más la supervisión al Banco Central Europeo (BCE), eliminando duplicidades entre ambos. Otro objetivo es estrechar la comunicación entre los departamentos de macroeconomía y los de microeconomía con una mayor cooperación. La autoridad macroprudencial es un ejemplo de la necesidad que ha detectado el Gobierno y el Banco de España en estrechar los lazos entre estas dos divisiones económicas.
Otra novedad es el proyecto de hacer rotar a los inspectores entre entidades de gran tamaño como BBVA, Santander o CaixaBank por ejemplo, y firmas de menor tamaño, como las cajas rurales o la banca mediana. Con esta iniciativa se evita que unos inspectores estén más satisfechos por supervisar a los principales bancos, y otros a las firmas más pequeñas, una vez que el Banco de España no va a aumentar su plantilla.
Con esta medida, además, se pretende evitar la caída de cualquier entidad, sobre todo de las más pequeñas, que son al final las que están vigiladas por el Banco de España, frente a las de mayor tamaño, cuya supervisión corresponde al BCE, aunque con la ayuda de la institución española que dirige Hernández de Cos.
En el Banco de España parece que se han concienciado de que pese a que la caída de una entidad pequeña no supone un riesgo sistémico sí supone un riesgo reputacional. Esta es otra de las cosas aprendidas de la crisis financiera, explican fuentes financieras, que reconocen que ahora toca mejorar la imagen del sector y del Banco de España.
La dirección general de Supervisión queda ahora organizada en torno a dos direcciones generales adjuntas.
Al frente de la primera de ellas, Francisco Monzón, que coordinará tres departamentos, incluidos los que supervisan las entidades españolas más grandes y las filiales y sucursales de bancos europeos
Y en la segunda, Alberto Ríos, del que colgarán otros dos departamentos, el que mantiene las competencias de inspección «in situ» de las grandes entidades, entre otras funciones, y uno que se organiza en cinco grupos, incluido el de prevención de blanqueo de capitales, análisis de riesgo,
o test de estrés.
Además, la directora general tendrá a su cargo el servicio de Coordinación del Mecanismo Unico de Supervisión (Javier Torres) y el grupo de nueva creación de Organización y Calidad (Gabriel Casado).
Esta reorganización ha sido ratificada por el Consejo de Gobierno de la institución.
Fuente: Cinco Días