Hace seis años, el 70% de los inversores de la encuesta Sentix —que mide el nivel de confianza de los inversores— esperaba una ruptura del euro. Tras la crisis griega, irlandesa y portuguesa, España era el epicentro del tsunami. El Gobierno de Rajoy había reconocido en febrero de 2012 un agujero de capital en el sistema bancario de 50.000 millones y había dicho que no metería ni un euro de dinero público.

MÁS INFORMACIÓN

Los mercados perdieron la confianza en la capacidad de España para emitir deuda pública y sanear su sistema bancario. La vuelta a la peseta supondría una devaluación mínima del 70% y una quita de deuda externa a sus bonos. Ese temor provocó una huida de capitales brutal del 25% del PIB y una fuga de depósitos próxima al 15% del PIB que agravó enormemente el coste para los contribuyentes españoles del rescate bancario.

España, como ha reconocido Luis de Guindos en su libro, había perdido la capacidad para emitir deuda pública en los mercados y en la caja solo había dinero para pagar las pensiones y el sueldo de los funcionarios de julio y agosto. España tenía deudas con el exterior por 1,7 billones de euros, 35 veces más que las deudas de Lehman Brothers. Una salida del euro desordenada habría supuesto seguramente otra gran depresión mundial.

Mario Draghi, en un discurso hace ahora seis años, se saltó las líneas rojas marcadas por el Bundesbank, el Tribunal Constitucional alemán, los protocolos internos del BCE y pronunció sus celebre frase: “Haremos lo que sea necesario”. Y apostilló: “Créanme, será suficiente”. Las 14 palabras del “Whatever it takes” cambiaron el euro.

Hoy los tipos de interés de la deuda pública española están en negativo, las familias consiguen hipotecas a tipos del 1%, la mayoría de empresas logra financiación a tipos muy reducidos y eso ha activado un nuevo ciclo de inversión. El empleo a tiempo completo y con contrato indefinido en España crece al 3% y la tasa de paro ha bajado hasta el 15%. Y lo mismo ha sucedido en el resto de países periféricos sometidos en 2012 a fuga de capitales y contracción de crédito.

Tras la actuación de Draghi y de Bernanke en EE UU los economistas sabemos que el dinero no es neutral y que el crédito determina el ciclo de inversión y empleo a corto plazo. Que crédito viene del latín “creer”, y la credibilidad de un banco central es un bien público y uno de los principales pilares de la estabilidad social y política de un país. Y que equivocarse en el diagnóstico de una crisis de deuda y actuar tarde tiene costes elevadísimos para el empleo y la deuda pública.

Draghi está próximo al final de su mandato, el ciclo en EE UU se acerca a su fin, de nuevo hay una burbuja en las Bolsas y en los precios de los activos y a Europa le pilla con tipos al 0% y con el balance del BCE en máximos históricos. Aún es pronto para evaluar el legado de Draghi pero los españoles deberíamos estar eternamente agradecidos a este economista italiano por evitarnos la crisis de todas las crisis.

Fuente: El País