El acuerdo entre Dia y Eroski para negociar con proveedores para la compra de productos para su marca blanca firmado en abril de 2017 concluyó en el mismo mes del año pasado. Pero el grupo de alimentación que lidera Borja de la Cierva desvela en sus cuentas anuales que el final no fue ni mucho menos feliz. Las empresas han iniciado un arbitraje para resolver esta cuestión.

“Existe un procedimiento arbitral con Eroski en estado incipiente, derivado de la exalianza comercial con Dia, denominada Red Libra Trading Services, y de las recíprocas acusaciones de incumplimiento contractual cuyo nivel de riesgo y consecuencias económicas para las partes, están pendientes de determinar”, apunta Dia en el documento con su evolución el año pasado enviado a la CNMV.

La buena noticia para Dia es que la empresa estima que “no se producirán consecuencias negativas para el grupo o que en todo caso serán positivas y no se han reconocido activos contingentes en este sentido”.

La ruptura del acuerdo fue comunicada a la CNMV hace 10 meses, pero entonces no se informó de ningún tipo de acción legal. En el momento de poner fin a esa alianza, Dia también informó de que rompería el acuerdo de cooperación entre los grupos que se puso en marcha en 2015 para mejorar las condiciones de negociación con los grandes proveedores de marcas nacionales e internacionales.

El acuerdo ahora en proceso de arbitraje tenía como misión mejorar las condiciones de compra de ambas compañías respecto a su marca propia, pero no crear una marca blanca común. Eroski y Dia aseguraron que mantendrían políticas comerciales totalmente independientes, centrándose el acuerdo en mejorar su eficiencia. Fuera del acuerdo quedaron los productos frescos perecederos, así como el aceite, la leche y los huevos. Las empresas ya habían acometido en 2015 una primera alianza para mejorar las condiciones de compra de marca de fabricante.

Cada cadena tenía el 50% del capital de la sociedad Red Libra Trading Services, que comenzó su andadura con una plantilla de 43 trabajadores.

Fuente: Cinco Días