“Los días en los que un simple depósito a plazo fijo permitía obtener rentabilidades del 5% o 6%, sin apenas riesgo, pertenecen a un pasado no demasiado lejano, pero que difícilmente volverá”. Si esta es la previsión de José María López sobre las perspectivas de la inversión, las conclusiones de este experto en finanzas no son más alentadoras: “Disponer de un remanente de efectivo y pretender rentabilizarlo es una tarea compleja en esta época, porque requiere capacitación, dejarse asesorar por un profesional o una combinación de ambas posibilidades”, dice.

Lo que parece claro al también autor del blog Todo son finanzas es que “el inmovilismo no es la solución, puesto que la inflación irá minando el poder adquisitivo del dinero ahorrado, socavándolo de forma imperceptible pero irremisible”. Una idea en la que coincide Diego González, socio director de la asesoría financiera Bull4All, para quien hay que tener en cuenta que “en los últimos años la inflación ha sido del 2%, lo que supone perder más de un 20% del capital en 10 años”.

Pero, ¿cuáles son las características que hay que tener para ser un buen inversor?

El objetivo cuenta más del patrimonio

Al revés de lo que establecen muchas grandes empresas de gestión de activos o la banca privada tradicional, “el patrimonio que posee no es un criterio”, contesta Enrique Borrajeros, socio de Abante, otra asesoría financiera. En sus palabras, pese a que los costes de las prestaciones hacen difícil que se dé servicio por cantidades irrisorias, “cualquier persona que tenga algo ahorrado, por ejemplo 5.000 euros, puede ponerlo perfectamente, y de manera muy eficiente, en vehículos de inversión”. “La gente piensa que la planificación financiera está reservada a los que tienen pasta, y es falso”, redunda.

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Tener un objetivo vital claro que justifique la inversión es mucho más importante. “Es esencial que te preguntes en qué momento te encuentras y qué urgencia tienes de exigir a tu entidad que no tenga tu dinero en una cuenta corriente o en un fondo de inversión garantizado, sino en productos que son acordes con tu objetivo, sin olvidar el nivel de riesgo que estás dispuesto a asumir”, afirma este experto.

Idealmente, quien sin duda debería empezar a reflexionar sobre ello sería una persona de entre 35 y 45 años, que lleva ya unos años trabajando y que se preocupa por las necesidades que tendrá en el futuro. La compra de una casa, la educación de sus hijos, su propia formación a lo largo de la vida laboral, o complementar la pensión pública una vez se jubile son algunos de los posibles objetivos que cita Borrajeros.

Ser realista y asumir que puedes perderlo todo

Un concepto que comparte el economista Pablo Souto. “Si queremos acumular un capital a largo plazo, como para la jubilación, deberemos optar por planes de pensiones, fondos con poca volatilidad u otros productos como PIAS o PPA, pero, si buscamos rentabilidades más rápidas, debemos acudir a instrumentos más arriesgados, como las acciones”, explica.

González también señala que, para conseguir determinados objetivos, “no vale con solo ahorrar”. Aun así, López aconseja invertir solo cantidades de dinero que no harán falta en el corto plazo (González cifra este límite en 12 meses) y no sean necesarias en el día a día.

Pero lo primero de todo para ser un buen inversor, según Souto, es ser capaz de asumir el riesgo que implica la inversión, es decir, la posibilidad de llegar a perder todo el capital invertido. “Si no estamos dispuestos a ello, la inversión financiera no es para nosotros”, advierte este experto, quien, en un esfuerzo de realismo, admite que “generalmente las personas toleramos menos el riesgo de lo que creemos en un principio”.

Tener educación financiera

Una vez tenga la seguridad de poder hacer frente a los altibajos que puede conllevar poner su dinero en vehículos de ahorro, el potencial inversor deberá conocer muy bien estos productos. “Debemos exigir que nos expliquen todos los riesgos asociados al producto que nos quieren vender”, afirma Souto. Por supuesto, tener ya cierta educación en finanzas, que nos oriente entre costes, rentabilidades y riesgos es “básico, aunque no te interese el tema”, sostiene González, para quien demasiadas veces “no se invierte por falta de cultura financiera y se pierden oportunidades”.

Si cumples con estas características y, según Souto, no tienes ningún problema en destinar a tus inversiones por lo menos el 10% de tus ingresos, puedes empezar a estudiar qué posibilidades están a tu alcance para multiplicar ese dinero.

Fuente: El País