La Organización Mundial de la Salud estima que 100 millones de personas en el mundo necesitan algún tipo de prótesis para moverse con normalidad. Guillermo Martínez, de 23 años, ya ha construido 50. Las ha distribuido gratuitamente por Latinoamérica y África gracias a su ONG Ayúdame 3D. Por alguna parte hay que empezar. Todas las prótesis han salido de la impresora en tres dimensiones que tiene en su habitación. La pone a funcionar de noche o mientras desempeña su trabajo diario como diseñador de juguetes. «Empecé a usarla para fabricar pikachus y jarrones, pero buscando en Internet encontré que podía usarla para fabricar brazos y manos para quien no tiene», relata este ingeniero, graduado en Organización Industrial.

Martínez comenzó su andadura solo, aunque ahora colaboran con él varias asociaciones y ha recaudado 4.000 euros para seguir desarrollando piezas. Mireia Badia también partió en solitario para crear Grow.ly, una plataforma online de crowdlending que une a empresas que necesitan financiación con personas que, a cambio de prestar dinero, obtienen rentabilidad. Una alternativa a la banca tradicional que hasta ahora ha financiado 401 proyectos distintos con 17.264.888 euros. «España es un mercado de pymes y precisamente son las grandes olvidadas», explica Badia, de 28 años, que comenzó a dar forma al proyecto en 2013, cuando aún estaba en la facultad de Económicas. Lo hace en el Auditorio 400 del Museo Reina Sofía de Madrid, donde el jueves 14 de febrero Guillermo Martínez y Mireia Badia se reunieron para hablar de los valores que les mueven a llevar a cabo sus iniciativas, en el primer acto que la compañía Calidad Pascual ha organizado para celebrar su 50 aniversario y los doce años del Instituto Tomás Pascual Sanz.

De izda. a dcha.: Sonia Pascual, Tomás Pascual, Antonio Pérez, Sara Andrés, Mireia Badia y Guillermo Martínez durante el acto.ampliar foto De izda. a dcha.: Sonia Pascual, Tomás Pascual, Antonio Pérez, Sara Andrés, Mireia Badia y Guillermo Martínez durante el acto.

La compañía alimentaria se identifica con esos valores que ambos jóvenes representan, especialmente la innovación, en el caso de Guillermo, y la cercanía, en el de Mireia. “Nuestro objetivo es reflexionar sobre los valores por medio del ejemplo de estos héroes anónimos”, afirmaba Ricardo Martí Fluxá, presidente del Instituto Tomás Pascual Sanz durante el acto en el que también participaron Sonia Pascual, consejera y Tomás Pascual, presidente de la compañía. «Calidad Pascual no existiría si no tuviera valores», contó durante el acto. Por esa razón también invitaron a Sara Andrés, profesora de primaria y atleta paralímpica, que fue medalla de bronce en 200 y 400 metros lisos en el Mundial de Londres de 2017 y Antonio Pérez, jefe del servicio de Hemato-oncología Pediátrica del Hospital Universitario de La Paz.

Guillermo Martínez, ingeniero

Este madrileño de 23 años se dedica a fabricar juguetes y, en su tiempo libre, prótesis de brazos y manos para aquellos que los necesitan. Ha creado Ayúdame 3D, una ONG con la que financiar miembros artificiales para pacientes de África y Sudamérica.

Antonio Pérez lucha cada día contra el cáncer que se presenta en niños y jóvenes. Antes de ser médico, quería ser biólogo, pero la muerte de su padre, le llevó a cambiar su objetivo. Tampoco quería ser pediatra, pero el caso de una niña que padecía cáncer, hizo que se decidiera por ello. “La edad pediátrica es fascinante, no es igual un lactante, que una niña de 17 años o un preescolar, porque el niño es sincero, a veces creemos que no van a entender la información que les vamos a dar, que van a hacer un drama, pero ellos le dan la vuelta y desde una perspectiva mágica, fantasiosa, y son los primeros en calmar el ambiente”, explica. Su labor, ahora, se centra en la terapia celular.

Miriea Badia, emprendedora

Su proyecto Grow.ly ayuda a empresas a lograr financiación al margen de los bancos. «Una forma de financiar a las pymes que tienes debajo de tu casa», explica la emprendedora.

En La Paz, Pérez investiga tratamientos novedosos, a partir de la trasfusión de células madre de los padres de los niños enfermos, para dotarlas de propiedades anticancerígenas. “Mi meta es llevar la enfermedad al laboratorio”, asegura el especialista sobre la necesidad de indagar en mejores tratamientos para estas dolencias. “Hoy se salvan niños que hace tres o cinco años eran incurables”, completa.

Antonio Pérez, médico e investigador

«Las consultas en nuestros país están muy alejadas de la investigación y el cáncer infantil no se puede entender sin ella», asegura el oncólogo, de 44 años, de La Paz, que pretende aumentar la colaboración entre ambas esferas.

Pérez ejemplifica la pasión por una profesión en la que sabe cuándo entra en el hospital, pero no cuando sale. Pasión e integridad, como Sara Andrés, que ha convertido un problema, la pérdida de las dos piernas, en una razón para vivir. “Aunque parezca raro, para mí ha sido un cambio a mejor”, relata. “Me di cuenta de que tenía muchas opciones, o enfadarme o podía disfrutar y centrarme en lo que tengo”, añade esta profesora y atleta de 32 años. El deporte fue parte del proceso de superación. Una actividad que acabó llevándola a participar en el Campeonato Mundial de Atletismo de Londres. Y logrando el bronce. Andrés sigue dando clases y trabaja con niños con miembros amputados. “Mis alumnos presumen de que tienen una profe robot”, bromea. También se prepara para Tokio 2020, un reto difícil. “La pasión es vital, pero la templanza es esencial para llevarla a buen puerto”, completa Andrés.

Sara Andrés, maestra y atleta

Esta profesora madrileña de 32 años perdió las piernas en 2011. Seis años después fue medalla de bronce en 200 y 400 metros lisos en el Mundial de Londres.

Fuente: El País