Nadie sabe muy bien quién se inventa las fake news. Rastrear sus orígenes confusos es muchas veces difícil incluso para las iniciativas especializadas que han surgido en los últimos años. Pero casi todas las noticias falsas tienen algo en común: su razón de ser es social. Surgen en las redes, se comparten y viralizan a través de ellas e influyen en la realidad más allá de internet. Teniendo esto en cuenta es comprensible que la generación de contenido falso o descontextualizado haya sido el revulsivo para impulsar la investigación de este fenómeno desde todos los ángulos posibles.

Una investigación reciente, llevada a cabo por la Universidad de Columbia (Nueva York, Estados Unidos) se pregunta en qué contexto somos más susceptibles a la desinformación y cuándo comprobamos si están intentando colárnosla. Los resultados que obtuvieron después de realizar ocho experimentos apuntan a que hacemos menos fact check cuando estamos en grupo que cuando estamos solos. De nuevo el componente social condiciona el desarrollo de las fake news. El mero hecho de percibir que otros están presentes parece reducir la vigilancia de los participantes cuando procesan información, lo que resulta en niveles más bajos de comprobación.

Durante los experimentos realizados, los participantes debían evaluar una serie de afirmaciones ambiguas: la mitad eran ciertas y la otra mitad eran falsas. Después de leerlas, podían decidir si creían que era una información cierta, si era falsa o si querían comprobarla. En general, los investigadores observaron que los participantes señalaron la necesidad de comprobar la información menos veces cuando sabían que otros estaban presentes. Estos resultados no variaron ni siquiera en los grupos en los que ofrecían recompensas económicas por acertar. Según la hipótesis inicial, en estos grupos habría más participantes que querrían comprobar la información para aumentar su ratio de respuestas correctas.

MÁS INFORMACIÓN

  • ¿Por qué sucede? Hay varias explicaciones.

Una de las explicaciones más lógicas a estos resultados es que quizá los participantes que quisieron comprobar menos noticias se sentían más seguros sobre sus respuestas cuando otros estaban cerca. Pero no parece una interpretación muy probable porque una parte de los experimentos consistía en medir la confianza que los participantes expresaron en sus respuestas y, al comprobarlo, los investigadores vieron que esta confianza no varía si están solos o delante de otros.

También comprobaron si lo que explica los resultados es la prevalencia de esta norma social: a menudo asumimos que un orador dice la verdad y, por lo tanto, evitamos expresar escepticismo para no ofenderlo, especialmente en entornos grupales. Los resultados no apoyan esta explicación porque aseguran que los participantes no tienden a creerse la información más en la presencia de otros, sino a comprobarla menos.

Las interpretaciones más plausibles se apoyan en otros fenómenos sociales. Por ejemplo, en el efecto espectador. Aplicado a esta investigación, implicaría que los participantes delegan su responsabilidad en otros, como muestra la investigación sobre la difusión de la responsabilidad. Piensan que alguien más comprobará esa información. Sin embargo, si están solos saben que si no lo comprueban ellos, no lo hará nadie. Otra posibilidad es que estar rodeados de otros, automáticamente, baja nuestra guardia. La investigación hasta la fecha ha comprobado que cuando estamos en masa disminuimos la vigilancia, quizá porque pensamos que cualquier riesgo será dividido entre todos los que componen la masa.

Aunque son múltiples los factores que podrían explicar las conclusiones del estudio, lo cierto es que ser conscientes de cómo el contexto en el que procesamos la información afecta a nuestra disposición a comprobar informaciones sospechosas puede ayudarnos a aprender a manejar mejor las fake news. «En un momento en que la información se comparte de forma tan fácil e instantánea, el desarrollo de herramientas que alientan a las personas a tener un ojo crítico es aún más urgente», explica el responsable de la investigación en HBR. «Comprender cuándo es probable que verifiquemos lo que leemos puede ayudar a guiar estas iniciativas».

Fuente: El País