Juan Rosell (Barcelona, 61 años) dejará en noviembre la presidencia de la patronal CEOE, de la que ha estado al frente los últimos ocho años. Le ha tocado convivir con tres presidentes del Gobierno y sufrir una doble crisis (la económica y la de la propia confederación) de la que sale, a su juicio, satisfecho tras haber reformado la organización (entre otras cosas con un código ético que limita los mandatos) y firmado tres acuerdos de negociación colectiva, uno salarial y otro para jóvenes.
Pregunta. Llegó a la CEOE en un momento convulso, tras la salida de Díaz Ferrán. ¿La deja mejor de lo que la encontró?
Respuesta. Intenté hacer cambios profundos y creo que los hemos hecho con consensos importantes. Pero, cuidado, el tema de ser catalán ha sido complicado. Cuando me presento la primera vez, una de las pegas que se me ponen no es mi experiencia o mis conocimientos, sino que era catalán. Y la segunda, un poco más de lo mismo.
P. ¿Por qué?
R. Uno de los problemas que tenemos los catalanes es que no explicamos bien qué pasa allí y aquí no se sabe lo que pasa.
P. Ha tenido muchas críticas internas por su posición sobre el procés. ¿Habrían sido menores de no haber sido catalán?
“La crítica por mi postura en el procés sería menor si no fuera catalán”
R. Sin duda alguna. Sí, porque aquí las críticas son siempre veladas. Nunca se emiten en órganos de Gobierno. Son críticas de pasillo, de esas que no sirven para nada. Cuando hay un tema importante, se decide en el comité ejecutivo y en la junta, y ahí nunca ha pasado. En cuanto a la ambigüedad, siempre he tratado de decir lo que he creído que la organización tenía que decir. Y muchas veces mi opinión no era exactamente esa, una cosa es mi opinión y otra lo que yo represente.
P. ¿Cree que Rajoy fue poco flexible con Cataluña?
R. No he estado en el día a día sobre las conversaciones de Rajoy con los distintos Gobiernos de la Generalitat.
P. ¿Y Sánchez?
R. Lleva 100 días solo.
P. ¿Se siente cómodo con políticos en la cárcel?
R. Con nadie. Lo más importante de todo es la democracia, pero la democracia tiene unas leyes y si no las respetamos nos cargamos la democracia.
P. ¿Se arrepiente de algo de lo que ha hecho en CEOE?
R. De la velocidad del cambio, lo habría hecho más rápido. Tendría que haberse hecho, como mínimo, una década antes. Hemos cambiado y ahora nuestras organizaciones no tienen nada que ver con las de hace 10 años.
P. Se le ha criticado internamente por, dicen, haber arrumbado a la vieja guardia.
“Nos hemos gastado una fortuna en las indemnizaciones [de la vieja guardia]”
R. Creo que no. A la gente cuando tiene 70 años hay que jubilarla. Eso es lo normal aquí y en cualquier sitio. Y no lo hicimos manu militari. Lo hicimos con todas las de la ley y con unos procesos de salida importantes, nos hemos gastado una fortuna en indemnizaciones. Y nos hemos encontrado cosas aquí que podríamos haber mirado bajo las alfombras, y haber hecho las mil y una. Pero lo hemos hecho con la máxima elegancia y discreción.
P. ¿Habla de irregularidades?
R. No, no, hablo de temas que no se hacían con suficiente transparencia. Cuando llegué aquí, no había una auditoría como tenía que haber, no había un comité presupuestario, no había rendición de cuentas…
P. ¿Entonces no habla de irregularidades?
R. No, cosas que se tenían que haber explicado y aprobado en junta directiva. Aquí parecía que todos podían hacer lo que les daba la gana. Antes, en las asambleas, la aprobación de presupuestos se pasaba en cinco minutos, ahora todo el mundo los tiene con un mes de antelación, hacemos una reunión del comité presupuestario por si hay dudas. Se ven las tripas de arriba a abajo.
P. Usted creó un código ético que limitó el mandato a ocho años.
R. Limitar los mandatos fue una cosa buena. No puede ser que siempre estén los mismos. Además, hemos puesto en orden las cuentas, tenemos dinero en caja y no habrá problemas económicos en muchos años. Hemos reducido el gasto de forma importante y dejado la casa encarrilada. Cada vez más empresas grandes se están afiliando, por algo debe ser.
P. ¿Qué queda por hacer?
R. Continuar con la transparencia, aplicar el código ético y adaptarse a las nuevas épocas.
P. ¿Cree que solo va a haber un candidato para sustituirle?
“Podríamos haber mirado bajo las alfombras de CEOE, y hacer las mil y una”
R. A mí nadie me ha dicho nada, excepto Antonio Garamendi. Hemos hecho un buen tándem. Al principio teníamos dos posibilidades: ir juntos o separados. Lo hicimos bien. Fuimos muy pragmáticos. Generacionalmente somos de la misma época. Yo he intentado dar a Cepyme el protagonismo que nunca había tenido en esta casa porque se la había considerado de segunda división. Pero, donde tenemos trabajo por hacer, incluso, legislativo, es en autónomos; sobre las obligaciones y cotizaciones que han de tener.
P. ¿Qué pasó con Gay de Montellà?
R. Me ha ayudado mucho. En un momento dado consideró que podía ser presidente de CEOE. Creo que pensó que si Cataluña iba a perder peso en la organización debería presentarse. Pero llegó a la conclusión de que no.
P. La reducción de los fondos destinados a formación en 2012 provocó la caída de patronales regionales y sectoriales, ¿proponen por eso otra reforma de la ley de formación?
R. No. Nosotros proponemos que si la cuota de formación la pagan las empresas, queremos que decidan las empresas. Vamos a buscar un mecanismo en el que la decisión la tomen las empresas o el convenio colectivo.
P. En este tiempo usted ha firmado tres acuerdos de negociación colectiva, ¿pudo hacer más?
“No veo una Europa sólida y conjunta como para tener una idea común”
R. Durante la crisis solo hablamos de la destrucción de empresas y puestos de trabajo, que fue tremendo. Ahora estamos en una nueva etapa, empieza a haber beneficios y hay que trasladar a los salarios. Nos convencimos de que teníamos que dar un paso adelante en los salarios.
P. ¿Por qué hay tanto empleo precario?
R. Estamos en una economía de servicios y es muy difícil predecir los empleos. Por ejemplo, el turismo tiene subidas y bajadas. El empresario querría contratar indefinidamente, sin duda; pero la salida del empleado tendría que ser más simple cuando la empresa lo necesite.
P. El Gobierno anuncia subidas de impuestos, ¿qué opina?
R. Con los impuestos hay que ser muy cauteloso y hacer pocos experimentos, y, sobre todo, mirar qué hace el resto de países. No hagamos inventos o las empresas se van donde pagan menos impuestos. Ahora no tenemos grandes diferencias con Europa. En definitiva, en impuestos pocas cosas más podemos hacer.
P. ¿Le preocupa que se frene la recuperación?
R. Nos preocupa. Hemos estado unos años creciendo por encima del 3% y creando más de medio millón de empleos. Este año hemos reducido del 2,8% al 2,7% la previsión de crecimiento y hemos previsto un 2,4% para el año que viene; pero todavía vamos a crear 450.000 puestos de trabajo.
P. Pero el impacto es mundial.
R. La guerra comercial entre EE UU y China es un torpedo en la línea de flotación de la economía mundial. Lo mismo pasa entre México y EE UU. Las barreras proteccionistas y los aranceles no son buenos para la economía en su conjunto.
P. ¿Qué debe hacer Europa?
R. Primero ponerse de acuerdo. No veo una Europa sólida, conjunta y unida como para tener una idea común. En Europa hay países que tienen mentalidad proteccionista, como Italia y Francia. En España hemos abierto más los mercados. Ahí están las cifras de la exportación. Que tengamos 161.000 empresas exportando es un dato espectacular y que nuestro índice de exportaciones de bienes y servicios respecto a PIB sea cercano al 40%, lo mismo. Que no perdamos cuota de mercado ni en mercancías ni en servicios en plena crisis dice que la competitividad española es buena.
“Las empresas deben pagar la negociación de convenios”
P. ¿Habría que regular la negociación colectiva para que ganara representatividad?
R. Ya la tenemos. Existen 4.500 convenios colectivos de empresa que solo representan al 11% de los trabajadores. El resto es negociación colectiva sectorial. El problema es que esa negociación colectiva no se hace por arte de magia. Se tienen que poner medios técnicos y dinero, y ese dinero lo tienen que pagar las empresas y ver si es deducible o no.
P. ¿Cree que los precios eléctricos restan competitividad?
R. Es una de las grandes batallas. Tener los mismos precios que en Francia, por ejemplo. Eso se consigue quitando de la tarifa los costes que no corresponden al negocio eléctrico (impuestos, regulación, peajes…). Pero todo eso es política.
P. Otro problema es el de las pensiones.
R. Siempre he estado a favor de cualquier intento de poner los números encima de la mesa y ser lo más conversadores posible. Si en 2000 nos gastábamos 57.000 millones y ahora 137.000, ¿qué hacemos? A lo mejor hay que empezar a pensar que las personas puedan seguir trabajando, pero sin cerrar las puertas a los jóvenes. Ahora hay 300.000 personas entre jubilaciones y prejubilaciones. Busquemos una solución para que puedan seguir trabajando y compatibilizando con pensiones.
Fuente: El País