Ahorrar a final de mes, ese suplicio. Si tienes la suerte de que te sobre dinero al llegar el día 30, ahorrar es sencillo: basta con apartarlo y guardarlo o invertirlo. Si tienes que hacer malabares, ahorrar (y ya no digamos invertir) se convierte en una utopía. Aunque no hay un método mágico para conseguirlo, la tecnología puede ofrecernos algunas herramientas que nos ayuden a ser conscientes de en qué se nos va más dinero, cómo podemos distribuirlo de forma inteligente e incluso cómo podemos invertir los ahorros que hayamos conseguido acumular.

Aunque ahorrar se nos antoje una cima difícil de escalar, hoy día existen multitud de aplicaciones que pueden servir para ambos propósitos: ahorro e inversión. Hay ciertos gastos que consideramos fijos, pero cabría replantearse si podemos rascar unos euros de ellos. Como, por ejemplo, las facturas de casa. Existen comparadores (de seguros, de tarifas de teléfono, electricidad, supermercados…) que ayudan a encontrar el mejor precio en diferentes ámbitos. También es interesante utilizar aplicaciones como los monitores de consumo, que recogen información sobre el uso que hacemos de la energía en casa y la analizan, facilitando que podamos tomar decisiones más inteligentes para reducir el gasto.

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El internet de las cosas se convierte aquí en nuestro aliado: deberíamos plantearnos el uso de termostatos inteligentes, de dispositivos que permiten interactuar con la casa a distancia o incluso herramientas que son capaces de detectar cuándo un aparato no se está utilizando y apagarlo. Hay otras herramientas que detectan cuándo no hay nadie en la habitación y apaga las luces si no detecta movimientos. Estos dispositivos analizan la información y muestran una imagen mucho más precisa del uso de la energía que hacemos en casa. Todo esto nos permite economizar y reducir gastos, lo que puede convertirse en ahorro a final de mes.

Podemos incluso rascar céntimos: “Existen apps que redondean cualquier gasto al alza y derivan ese extra a una cuenta de ahorro”, explica Mario Díaz, director de negocio y comunicación de Imantia, que también recomienda “utilizar agrupadores de las cuentas corrientes que tenemos en distintos bancos para llevar un control mayor de las finanzas, analizando en qué partidas se gasta más o qué tipo de inversiones han ido mejor”.

Una de las ventajas del uso de la tecnología en este campo es que acerca la posibilidad de invertir a aquellas personas que no tienen conocimientos especializados en este área. Aunque siempre es necesario consultar con expertos, hay herramientas que permiten gestionar esas inversiones en el día a día de forma autónoma. “La inteligencia artificial y el big data se pueden utilizar para analizar las compañías, lanzar miles de simulaciones y dar con la mejor combinación de acciones en cuanto a rentabilidad y seguridad”, explica Díaz. Esto es lo que hacen precisamente en Imantia. La inteligencia artificial ayuda analizar la cantidad ingente de información que existe sobre los mercados, encuentra patrones e incluso predice cuáles serán los siguientes movimientos. “También nos podemos servir de aplicaciones que nos ayuden a identificar cuál es nuestro perfil de riesgo (conocido como umbral del sueño o cuánto dinero puedo perder antes de que afecte a mi sueño)”.

Otra forma en que la tecnología está presente en el mundo de la inversión es que “podemos invertir en empresas pioneras que desarrollan tecnologías, que serán las triunfadoras en un futuro cercano y que están especializadas en temas como ciberseguridad, internet de las cosas o inteligencia artificial”, continúa Díaz. “Hay productos financieros, como la nueva gama de fondos de inversión de Imantia, que se sirven de la IA y el big data para ayudar a los usuarios a que sus inversiones sean más inteligentes”.

El consejo de Díaz para los usuarios es que se valgan de la tecnología para poner en orden sus finanzas: saber cuánto ingresan, cuánto gastan y cuál es su capacidad de ahorro. Y, después, descubrir su perfil inversor. “Teniendo en cuenta esto, pueden utilizar webs para encontrar y contratar los fondos, acciones o el producto financiero que mejor se adapte a sus gustos y necesidades”.

Fuente: El País