Como se ha publicado recientemente en los medios de comunicación, las empresas tecnológicas como Google y Facebook han admitido el gran escándalo de las escuchas a través de sus aplicaciones. Sin embargo, tras analizarlo en contexto, puede ser que no sean ni tan grave como parece, ni tan simple como para dejarlo pasar desapercibido.

Desde que la humanidad entró en la era digital, y se conoció el poder de la información a través de conceptos como el Big Data, las cosas se han ido perfeccionando. Las metodologías de las empresas para obtener información de sus clientes o potenciales clientes se ha ido refinando y sofisticando. Al mismo tiempo, hemos perdido definitivamente nuestra privacidad al dejar a un lado el entramado jurídico que la protegía.

Para aquellos que no conocen el término, Big Data no es otra cosa que información estructurada y desestructurada que está en internet y que viaja a través de ella o que coexiste fuera de ella. Por ejemplo: ¿No ha notado que mientras mira Instagram le aparecen las ofertas de vestidos rojos que su mujer ha estado mirando en internet? Y se preguntará: ¿Cómo aparecen en mi cuenta personal sugerencias de vestidos rojos? El Big Data, las cookies y los sistemas de escucha como los del escándalo le dan la respuesta.

Seamos sinceros, Google no estará escuchando las conversaciones del cotilleo de la vecina, ni está especialmente interesado en la infidelidad o los cobros en negro de un familiar suyo. Tampoco podemos llevar el tema a un plano de paranoia como muchos han querido y empezar a poner tiritas a la cámara del ordenador, al micrófono y a la cámara del móvil. Quizás alguien invente un sarcófago para móviles, pero esto servirá de poco pues no le entrarán las llamadas importantes.

La tecnología ha llegado y tenemos que aprender a vivir con ella, pues ni siquiera apagando el móvil se impide que el mismo siga escuchando o grabando de manera secreta. ¿No ha notado que ahora las baterías de los móviles no se pueden quitar como antes? Esto no es una casualidad.

Debemos entender que todos los sistemas informáticos comenzaron a ser escuchados a través de refinados y muy sofisticados sistemas de meta búsqueda; nada comparado con Google, sino otros mucho más potentes. Un caso muy sonado fue Autonomy, adquirido por Hewlett Packard en 2015 y hoy en día en batalla legal por otras razones. Lo cierto es que Autonomy anunciaba la capacidad de buscar y encontrar datos valiosos para las empresas en cualquier idioma, medio de comunicación, llamada telefónica o red social. Es decir, si un vestido rojo se hacía tendencia en Singapur, una empresa europea podía ver dicha información y preparar su producción para tenerlo en todas sus tiendas en menos de tres semanas.

Bien es sabido que Facebook adquirió Whatsapp por un precio desorbitante que generó en sus accionistas mucho miedo por las potenciales pérdidas, pero nadie se dio cuenta de que Facebook se convirtió así en el mega dueño de la información del mundo. No se busca la receta de la abuela que le pasaron ayer por Whatsapp, ni el enfado que tuvo con su hermana. Se buscan patrones de conducta, tendencias de mercado, conversaciones que pueden ayudar a un candidato a ganar las elecciones, como fue el escándalo de Trump, Facebook y Cambridge Analytica.

Los ciudadanos del mundo pueden estar tranquilos porque las conversaciones habituales no son particularmente analizadas. Ahora bien, las cosas cambian si la persona es el presidente de un país, ministro, consejero delegado de una gran empresa, CEO de una multinacional, un diputado, un alcalde, o si comete un gran delito, ya que su información comprometida podría ser revelada.

Los forenses informáticos pueden obtener toda la información de su ordenador o móvil aunque se haya borrado un correo, una foto o una conversación de Whatsapp. Información muy útil para ayudar al fiscal en una posible acusación en su contra.

Así y al estilo de la serie Black Mirror, es mejor portarse bien, no insultar a nadie, ni por escrito, ni en persona, y tratar de tener una sonrisa como las de los dependientes de ciertas cadenas de comida rápida. Ya es sabido que en China están probando, con cientos de cámaras, un sistema de convivencia ciudadana que repercutirá en la aprobación de créditos hipotecarios y en gestiones gubernamentales. Parece ciencia ficción, pero en pocos años se convertirá en algo tan generalizado como las multas por foto en las autovías.

De momento, lo que ha cambiado es que ahora la voz se convierte en texto y pasa a través de la red, se analiza y se procesa para saber qué es tendencia. Se confirma que quien tiene la información tiene el poder y algunas empresas y algunos políticos sabrán utilizar esos megadatos para influir en nuestros gustos de consumo o nuestras preferencias políticas.

Lo que, por ahora, no forma parte del Big Data son nuestros pensamientos, por ello siéntase libre de pensar lo que quiera, pero tenga cuidado, pues somos dueños de lo que callamos y esclavos de lo que decimos (o escribimos).

Andrés J. Arenas Falótico es Profesor del área de Empresa de la Universidad Nebrija

Fuente: Cinco Días