Parpadee. Piense ahora que en esa acción, según cálculos del University College de Londres, habrá invertido entre 100 y 150 milésimas de segundo, no más. (La Universidad de Washington eleva el margen hasta las 400 milésimas, pero la discusión no viene al caso). Recuerde la cifra y, por el momento, déjela al margen.

En 2013, los investigadores de ZF Group, fabricante de componentes para automóviles, empezaron a sopesar la idea de un airbag externo. Estudiaron los accidentes por alcance lateral y descubrieron que reducir la profundidad del choque en tres centímetros podía suponer la diferencia entre un herido leve y uno grave, entre la vida y la muerte. Su creación responde a ese concepto: una gran bolsa que se infla en el instante previo a un accidente y crea una barrera para minimizar la deformación de la carrocería. Después de presentar los primeros prototipos en 2016, la empresa alemana ha dado un nuevo impulso al desarrollo de su producto y calcula que dentro de dos años ya estará disponible.

En lo que respecta a este proyecto, ZF Group debe mucho a la evolución de la conducción autónoma y al perfeccionamiento de los sensores. Las cámaras, los radares, la tecnología lídar y los ultrasonidos permiten al coche detectar otros vehículos y objetos del entorno y averiguar la velocidad a la que estos se aproximan. Si el ordenador diagnostica que el choque es inminente e inevitable, los algoritmos entran en acción y dan la orden de inflar la bolsa externa en el momento exacto, justo antes del golpe.

En un mundo ideal los vehículos sin conductor eliminarán los accidentes, pero las compañías especializadas trabajan como si ese futuro fuera imposible. La empresa sueca Autoliv (fabricante también de volantes y cinturones de seguridad, entre otros productos) imagina un habitáculo con cuatro pasajeros enfrentados y dos grandes airbags que se expanden desde el techo. De este modo, impiden que los usuarios choquen unos con otros tras un golpe frontal o trasero. “Un nivel más alto de autonomía permite más flexibilidad interior. El nuevo diseño de los asientos exige nuevos sistemas de seguridad”, resumen en Autoliv.

El funcionamiento mecánico de cualquier nuevo airbag, por otra parte, no difiere del de uno actual: una pequeña explosión produce un gas que se encarga de convertirlo en una almohada salvadora. En el caso de la bolsa externa de ZF Group, sí cambian las dimensiones, ya que esta protección debe cubrir toda la extensión del habitáculo. El tamaño variará algo en función del modelo, pero ZF Group detalla que los airbags externos tendrán una longitud de unos dos metros, una altura de 55 centímetros y una anchura aproximada de 40 centímetros. Tal volumen exige incorporar, eso sí, un nuevo generador de gas capaz de llenar una bolsa tan grande en unas 60 milésimas de segundos, el tiempo que tarda este sistema de seguridad en desplegarse. Un parpadeo, incluso menos.

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Fuente: El País